Sumergidas bajo las azules olas alrededor
de la Isla existen grandes tesoros naturales, bellos arrecifes
de coral, colonias de crustáceos y escuelas de coloridos peces.
Pero escondida bajo esas mismas aguas está también la cicatriz
del desarrollo desmedido, la contaminación y la falta de respeto
hacia los recursos naturales. El Nuevo Día atestiguó los daños
causados por el humano al ecosistema, durante una buceada bajo
las aguas del balneario El Escambrón junto a Alberto Martí,
presidente de la organización sin fines de lucro ScubaDogs
Society, creada para concienciar a los puertorriqueños sobre la
importancia de conservar el hábitat marino.
La actividad, descrita en broma por los organizadores como una
“conferencia de prensa submarina”, fue celebrada para anunciar
el cuarto torneo de Pesca Pez Basura, evento llevado a cabo
anualmente para limpiar la popular playa en la entrada al Viejo
San Juan.
La cuarta edición será el 12 de abril.
“Hay una armonía bien bonita con la naturaleza en esta playa.
Queremos que la gente se enamore de la ‘pocita’”, indicó Martí,
en referencia a la playa ubicada detrás del parque Sixto
Escobar, a la diestra del balneario principal.
Martí dirigió la gira submarina por la profundidad de la
‘pocita’, nadando cerca de una vieja muralla que protege el
balneario interior de las aguas del Atlántico.
En el fondo del agua, y a pesar de la poca visibilidad por el
mal tiempo, fue posible apreciar escuelas de colirrubias, y
damiselas marrón, entre otros seres marinos.
Al final de la muralla semisumergida, yaciendo en la arena, se
podían apreciar los restos del paseo en concreto que en antaño
cruzaba la pocita y llegaba al hotel Normandie. La estructura
zozobró en la década del noventa.
Pero, como pecas en la clara arena debajo del agua, cerca de
donde habitan los peces, caballitos de mar, cangrejos de flecha
y otros delicados animales de mar, traslucían latas de aluminio,
botellas de cristal y envases plásticos, que son arrastrados por
la marea luego que los visitantes las arrojan.
“Hemos limpiado esta playa más de 10 o 15 veces, es bien
frustrante”, admitió Martí. “Pero sabemos que todas las personas
que pasan por esta experiencia sufren un cambio y se convierten
en parte de la solución”.
En la superficie, un pelícano solitario despegaba de la calmadas
aguas de la pocita. Cerca, una gaviota lucía congelada en el
cielo, volando contra el viento. En contraste, llamaban la
atención en el horizonte dos grúas utilizadas para la
construcción de costosos apartamentos en la cercana costa de
Isla Verde.
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