|
Clamor por fondos para la Carnegie
Sábado, 19 de marzo de 2005
El Nuevo Día
Por Joanisabel González
La próxima vez que visite el Viejo San Juan y recorra la avenida
Constitución, procure que la sede de la Biblioteca Carnegie no pase
desapercibida ante sus ojos, tal y como probablemente le ha sucedido a
los legisladores que trabajan en el Capitolio y al Gobernador.
El miércoles pasado, cuando el primer ejecutivo, Aníbal Acevedo Vilá,
anunció la asignación de $1 millón para la construcción de la Gran
Biblioteca de San Juan, Mary Jean Haver, tuvo sentimientos encontrados.
La directora de la Biblioteca Carnegie, cuyo origen se remonta a la
Biblioteca Insular establecida en 1903, dijo reconocer la importancia de
construir una nueva biblioteca para la ciudad capital, pero clamó por
la que dirige, cuya estructura centenaria apenas cuenta con recursos
para operar.
“Cómo es posible que nos digan una cosa como esa”, dijo Haver al
hacer referencia a la asignación presupuestaria hecha por el
Gobernador. “Si (los legisladores) por lo menos nos visitaran y
exploraran lo que hace la biblioteca sabrían los muchos servicios que
se ofrecen aquí, en este lugar que les queda tan cerquita al Capitolio.
No se trata de que no se construya la Gran Biblioteca, pero Puerto Rico
necesita muchas bibliotecas”, arguyó.
La Gran Biblioteca de San Juan es una propuesta del senador Roberto
Arango. Recientemente, El Nuevo Día reportó los trabajos legislativos
que darán curso al proyecto y que requiere una inversión de $30
millones.
Mientras, la bibliotecóloga opera la Carnegie con un presupuesto anual
de $276,406. De esos dineros, $198,406 corresponden al pago de nómina.
El presupuesto para trabajos de conservación y reparación de la
estructura histórica -de cuyo alero las tablas caen cuando menos se
espera- es de $20,000 al año. Otros $10,000 son para reparación de
equipo.
Haver relató que sólo en el mantenimiento del aire acondicionado se
invierten unos $36,000. Por ese motivo, cuando la tormenta Jeanne azotó
la Isla a mediados de septiembre pasado y se averió el sistema de
acondicionador de aire, la Carnegie permaneció sin ese servicio hasta
hace poco más de un mes.
“(Mientras no hubo aire acondicionado) los empleados tenían un turno
de dos horas por el convenio colectivo, poco a poco cuando las
temperaturas bajaron (en los meses de diciembre y enero) fuimos
aumentando los turnos hasta que se reparó el sistema”, explicó
Haver.
Haver dirige un equipo de 28 empleados,
quienes diariamente prestan servicios a cerca de 200 personas
provenientes de la ciudad capital y de toda la Isla.
Tres de esos empleados también están en la lista de transitorios o de
empleados por contrato que el gobierno no renovará, según la propuesta
de recortes también anunciada por Acevedo Vilá.
Por ende, a partir de julio próximo, la Carnegie podría tener una baja
en su personal que trabaja siete días a la semana.
En la Carnegie hay seis salas de estudio especializadas para niños y
jóvenes, así como las salas de circulación, referencia, revistas y
periódicos y computadoras.
Allí con ingenio y creatividad se conservan cerca de 50,000 títulos,
entre éstos: documentos históricos y material audiovisual. También se
ofrecen foros, seminarios y se hacen exposiciones, todos la mayoría de
las veces con los recursos de los propios empleados.
“Hay muchas bibliotecas públicas que son iniciativas municipales y
esas tienen el apoyo del alcalde. Nosotros estamos adscritos al
Departamento de Educación. En los pueblitos más pequeños las
bibliotecas apenas cuentan con personal o recursos. No estamos peleando,
sólo necesitamos ayuda y queremos los recursos para cumplir con nuestra
misión”, concluyó Haver.
|
|