La avenida Constitución se antepone como
una gigantesca barrera entre la iglesia de San Agustín y los
residenciales de Puerta de Tierra.
Pero aun así los sacerdotes y los misioneros redentoristas
diariamente le remueven un pedazo al muro imaginario,
administrando los sacramentos en las mismas comunidades donde
los principios de Jesucristo cada vez parecen cobrar más
resonancia.
Como otros sacerdotes, que se caracterizan por sus obras
misioneras, la Congregación del Santísimo Redentor se ha
definido por su ayuda humanitaria a los sectores más pobres de
la sociedad. Predican la palabra de Dios lejos de la opulencia y
la riqueza terrenal.
Con su llegada a la Isla, en 1902, los sacerdotes les brindaron
consejería espiritual y cobijo a esclavos de islas vecinas que
escapaban del yugo colonizador de los franceses e ingleses, pero
que hallaron entre los recién llegados sacerdotes
estadounidenses un santuario de paz y reflexión.
Hoy día, en los residenciales de Puerta de Tierra, así como en
otras comunidades marginadas de los pueblos de Guayama, Aguas
Buenas y San Lorenzo, los sacerdotes han continuado con su obra
humanitaria mediante la ayuda que les brindan laicos misioneros,
cuya formación ha comprendido tres años de consejería espiritual
y obra misionera.
“Aquí lo importante es la misión, y ésta nos instruye a llevarle
la buena noticia del Reino de Dios a los más pobres y humildes”,
indicó el padre Miguel Ángel García Acevedo.
En medio de las controversias y escándalos que giran en torno a
la Iglesia y que le han hecho perder credibilidad ante su
feligresía, las obras de sacerdotes, como los redentoristas y
franciscanos, calan profundamente en la fibra social.
Los sábados, por ejemplo, los redentores les sirven almuerzo a
más de 50 desamparados que deambulan por las calles y áreas
comunes de los residenciales de Puerta de Tierra.
Con ocasión de la pasada Navidad y el Día de Acción de Gracias,
cocineros del prestigioso steakhouse Ruth Chris y del Ritz
Carlton les sirvieron comida a los desamparados de la zona en el
jardín de la casa parroquial.
García Acevedo, padre superior de la comunidad de San Agustín,
también es el director de los Misioneros Laicos del Santísimo
Redentor. Ahora en abril se graduarán 36 del grupo compuesto por
40 laicos.
“Las congregaciones se han dado cuenta de que estamos escasos de
vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa. En este mundo
neoliberal y capitalista, ante el problema de vocaciones, nos
hemos dado a la tarea de animar a los laicos para que ellos se
unan a nosotros como familia redentorista”, sostuvo García
Acevedo.
La utilización de los feligreses para la obra misionera
representa un paso fundamental que ha dado la Iglesia para
incorporar los recursos de los que disponen sus seguidores a
favor del mejoramiento de las comunidades marginadas.
“La avenida es como la muralla de Berlín, un obstáculo para la
Iglesia. Pero estamos comenzando con los visiteos y contemplando
celebrar la misa (en comunidades). Mi número de celular aparece
en el boletín parroquial y quiero recibir las llamada de
cualquier persona que necesite”, dijo.
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