Puerta de Tierra ha cambiado, pero la música que La Selecta compuso allí, no. La estructura de la Farmacia Teresa ya no se distingue. Tampoco quedan rastros del Hotel Hemisferio ni del colmado-restaurante Pepín, donde, por un $1, Raphy Leavitt y su cantante Sammy Marrero deleitaban su paladar con platos de empanadas con tostones crujientes y ensalada fresca.
Los amoladores y vendedores ambulantes de pescado y azucenas que marchaban por la calle San Agustín entonando sus pregones son otra estampa del pasado.
No hay rastros del Bazar de Conchita, aunque curiosamente, aún perdura la fachada del Bar la Esperanza y el letrero de la antigua Cerveza India.
Llegamos a la fonda de los Ayala en compañía de Raphy, Sammy y del antiguo “band boy” o cargador de instrumentos de La Selecta, Carlos Torres “Chico”.
Sin el tono de un reproche, José Ayala recordó que hacía tiempo que no visitaban el barrio y que no es bueno olvidar a los amigos. Les preguntó si grabaron un nuevo disco y el binomio le respondió que la coyuntura de su encuentro con El Nuevo Día en Puerta de Tierra es el debut de La Selecta, el próximo viernes, en el Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré.
Sammy Marrero recordó los $400 que La Selecta cobraba por los bailes que amenizaron durante el umbral de la década del 70, cuando saltaron a la fama -a pesar del monopolio de Fania Records- con ‘Payaso’, ‘El solitario’, ‘Destino humano’ y otros éxitos.
La Fonda de los Ayala fue la primera estación del recorrido por lo que queda de Puerta de Tierra. Caminamos por la calle San Agustín en dirección a su intercesión con la San Juan Bautista, donde nació y creció Raphy Leavitt. En la agencia Hípica 194, al lado de Joseph’s Pub, varios parroquianos los saludaron.
La nostalgia abrumó al director de La Selecta.
“Allí”, dijo Leavitt mientras señalaba al segundo nivel de un edificio, “vivían mi bongocero Felipe Román y mi bajista Jimmy Sánchez. Ellos tiraban los cables y las extensiones eléctricas a la calle y La Selecta tocaba gratis para nuestra gente”.
Entonces Puerta de Tierra era un barrio fino.
Ahora la calle San Agustín, aunque duela, huele mal. La basura se acumula en sus cunetas y en los bordes de las alcantarillas. Abundan las moscas. Algunas estructuras están en ruinas; otras han sido implosionadas. Deambulantes duermen plácidamente sobre colchones de cartón. No es un paisaje tan halagüeño al sentido de la visión, como antaño.
“Se ha ido tanta gente porque lo tienen abandonado. Nos van a ir limpiando poco a poco para implosionarlo y entonces habilitar la zona para el turismo. Esos son los planes para Puerta de Tierra. Todo esto se va a desarrollar, porque es la entrada hacia el Viejo San Juan”, lamentó Leavitt.
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Compartiendo en la
fonda de los hermanos Ayala ( uno de los pocos lugares que aún
sobreviven ) con el dueño José Ayala.
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Finalmente llegamos, después de sudar la gota gorda, al solar donde estuvo localizada la casita de madera y planchas de cinc que albergó sus sueños. Sólo queda una parte de su antiguo balcón y en el solar opera hoy la compañía Tischer & Co. Inc.
Desde el balcón de la humilde casita que compartía con su padre José, con sus hermanos José Manuel, Jorge Luis y Lilliam Rose, y con sus tías Jesse y Rosa, el pianista y compositor Raphy Leavitt observaba a los transeúntes de la calle San Agustín.
La cotidianidad del barrio inspiró canciones como ‘Payaso’, ‘El solitario’, ‘Destino humano’, ‘Mi barrio’, ‘Soldado’ y otras crónicas de la urbanidad que nadie pudo cantar como Sammy Marrero, cuyos 37 años con La Selecta de Puerto Rico lo acreditan como el cantante más longevo de una orquesta de salsa.
Irónicamente, parte de los supervisores y empleados de la compañía Tischer reconocieron al binomio y, tras un saludo, perpetuaron el momento con una cámara digital, a pocos metros de la pared del balcón de su infancia.
A paso lento regresamos a la Fonda de los Ayala y allí los entrevistamos.
Dios, afirmó Raphy, lo bendijo con el don de la composición. Hoy Leavitt, si analizamos su obra, es una especie de sociólogo de la salsa. Con su ojo clínico, Raphy supo plasmar en el pentagrama la esencia de la vida misma y, con su voz de rumbero y trovador, Sammy la inmortalizó.
“Desde aquel balcón miraba a los muchachitos de los residenciales públicos subir descalzos y desnudos. Así nacieron ‘Corazón de niño’ y ‘Vive tu vida’ y otras canciones positivas como ‘Destino humano’ con que La Selecta ha llevado un mensaje de amor, de paz y comprensión con tal de levantar una conciencia social en nuestro pueblo para que todos, algún día, podamos construir y compartir una sociedad más justa”, dijo el Son de Borinquen.
En Puerta de Tierra ha cambiado todo, menos la música de La Selecta. Y el viernes, desde las 8:30 p.m. en Bellas Artes, Raphy y Sammy ratificarán la trascendencia e intemporalidad de su mensaje a la humanidad con las narraciones de David Ortiz Angleró y el poderío de una Selecta reforzada para la ocasión por Mariano Morales, Prodigio Claudio, la trovadora Victoria Sanabria y otros músicos del patio.
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