Don José Caballero Tirado, conocido
por todos como Chiqui, vio con el rabillo del ojo cómo una
persona preparaba unas
bolas de carne molida que tiraba a
cocinar en una parrilla y servía con pan. Corría el 1962 y el
barcelonetense estaba de visita en la ciudad de Nueva York.
Contempló con asombro el trajín y el entra y sale de clientes
del pequeño comercio. Rápidamente se percató, como buen hombre
de negocios, que replicar el concepto en Puerto Rico causaría
furor. Razón no le faltó. Miles de
Adalberto Colón, gerente del
lugar, sostiene una bandeja con 100 bolas de
carne molida. Se crean alrededor de 1,300 a
1,800 bolas diarias.
"Para nosotros es muy importante mantener el
legado de uhiqui intacto. Por eso los cambios
que se hacen son siempre teniendo como base la
fórmula original. Buena calidad, ambiente
sencillo y empleados comprometidos y
responsables. No nos ha ido mal así míe para qué
cambiarlo"
ADALBERTO TORRES
GERENTE |
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personas seguimos siendo
testigos y parte de ese éxito llamado El Hamburguer 59 años
después.
El Hamburguer, que hoy día ubica en Puerta de Tierra, comenzó en
la Calle Tetuán en el Viejo San Juan en 1963. Félix Rabell,
amigo de Chiqui, fue uno de los primeros que escuchó lo que
rondaba por la cabeza de su amigo. "Él llegó de ese viaje con
esa idea en la mente. Él era así, veía algo que le parecía que
podía funcionar y no dudaba en ponerlo en marcha. El local del
Viejo San Juan lo construimos nosotros mismos. Todo lo hacíamos
nosotros y hasta que tuvimos fuerzas nos ocupábamos de todo el
mantenimiento del lugar. Las bolas por muchos años se hicieron a
mano y se vendían con refresco y una bolsa de papitas por 75
centavos", confirma Rabell.
Don Félix trabajó mano a mano con
Chiqui por 52 años. "El Hamburguer es como una gran familia y es
que él procuró que siempre fuera así. Casi todos los hijos y
nietos de los empleados originales trabajan o han trabajado en
el negocio. Mis hijos y nietos todos han pasado por allí. Él
fomentaba esa unión y siempre tenía detalles con sus empleados.
Son muchos los que estudiaron o tuvieron casa gracias a Chiqui".
"Aunque murió en el 2013 esa solidaridad sigue aquí. Esa cultura
de trabajo, esa lealtad se ha logrado mantener".
EN SAN JUAN
Al día de hoy, la estructura con vista privilegiada al océano
ocupa casi una cuadra. Sin embargo, la gerencia siempre protege
el aspecto rústico e inconfundible. Las paredes las cubren
afiches autografiados por artistas, una pancarta con los
empleados más longevos y un cuadro, pintado por un asiduo, con
la fachada del negocio y con chango incluido.
Son esa autenticidad y la calidad las que han mantenido el
establecimiento como uno de los lugares más populares de la
isla. Todos los que lo visitan saben a lo que van y qué esperar:
un sabroso y jugoso hamburguer con unas crujientes papitas
fritas y un refresco. Con el tiempo han ampliado la oferta:
otros quesos, tocineta, aros de cebolla, batata frita, hot dogs
y otra diversidad de ingredientes, pero la base es la misma de
los pasados 59 años.
"No nos da tiempo a refrigerar la carne. Llega fresca todos los
días y se comienzan a hacer las bolas (ahora tienen un molde) y
van directo a la parrilla. Se van colocando en bandejas y cada
bandeja tiene 100 bolas. Se hacen alrededor de 1,300 a 1,800
bolas diarias, dependiendo si es fin de semana. La calidad de la
carne siempre es la misma. Somos muy cuidadosos en ofrecerles a
nuestros cuentes lo que están acostumbrados a recibir", señala
Adalberto Tito" Arroyo, quien fue reclutado hace 30 años por don
Chiqui.
Desde temprano, la parrilla comienza a humear y ya a las 11:00
a.m. la gente espera para entrar. De ahí en adelante es trabajo
sin parar hasta la medianoche. Llegan artistas, familias,
turistas, jóvenes, mayores, en fin cualquiera que se deje
seducir por la humeante parrilla.
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