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Interior de una de las cinco cisternas que
fue erigida hace más de 240 años en el
Castillo San Cristóbal y que fue reabierta ayer. Dennis M.
Rivera/El Nuevo Día. |
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Luego de estar más de un siglo fuera de
servicio, cuatro de las cinco cisternas que la corona española
erigió hace más de 240 años en el Castillo San Cristóbal fueron
reabiertas ayer como parte de una iniciativa para suministrar agua
no potable a la histórica fortificación.
Próximamente, el Servicio de Parques Nacionales hará lo mismo con
las tres cisternas del Castillo San Felipe del Morro, que unirán
su producción a la de otra cisterna construida por los
estadounidenses en 1933.
El superintendente del Servicio de Parques Nacionales de San Juan,
Walter Chávez, explicó que el agua que albergarán las cisternas se
utilizará para los baños, limpieza, riego y otros servicios que no
requieran agua potable.
No obstante, indicó que los planes futuros de la agencia federal
son producir su propia agua potable. Para ello, señaló que solo
les falta conseguir unos permisos, ya que los nuevos sistemas en
las cisternas pueden producir agua apta para el consumo humano.
Antes de encender los nuevos motores, el historiador Eric López
relató que las cisternas fueron construidas entre 1765 y 1780,
cuando España decidió mejorar sus fortificaciones. En ese
entonces, eran utilizadas tanto por los soldados como por la
ciudadanía. Sus tres usos principales eran consumo, riego e
higiene. Las cisternas cerraron en 1899 tras la invasión
estadounidense.
La ingeniera Noelli Medina, por su parte, contó que las cisternas
se llenaban con agua de lluvia, que era transportada por gravedad
y drenajes. El agua se sacaba con cubos o por pozos, aunque
también habían drenajes conectados a las cocinas y letrinas.
En esta ocasión, agregó Medina, las cisternas seguirán recogiendo
agua de lluvia, específicamente desde las plazas y los niveles más
altos de las fortificaciones. Una vez llegue a las cisternas
mediante los drenajes, pasará por un sistema de tratamiento que
incluye prefiltros para remover sedimentos y carbón activado para
quitarle olor, color y material biológico. El agua también pasará
por un sistema de desinfección con lámparas ultravioleta para
remover organismos patógenos.
Luego, expuso, el líquido va a los tanques de presión de agua, que
son eléctricos, y se distribuye a las áreas de los castillos que
usan agua no potable.
“Las cisternas también tienen sensores para medir el nivel del
agua y se instaló un sistema de monitoreo remoto”, dijo la
ingeniera.
Edwin Colón, gerente del Castillo San Cristóbal, precisó que la
restauración de las cisternas demoró 14 meses y costó $300,000
aproximadamente.
Detalló que las cisternas tienen una capacidad de 1.3 millones de
galones de agua, que servirían para suplir las necesidades de los
castillos durante seis a ocho meses en los que no lloviera.
Medina, entretanto, expresó que la utilización de las cisternas
supone un ahorro anual estimado de $200,000 en la factura de agua
de las fortificaciones. Adelantó que también se cuajarán
iniciativas de ahorro energético.
Datos curiosos
A diferencia de hace 240 años, las cisternas de los castillos San
Cristóbal y San Felipe del Morro ahora se utilizarán para tareas
que requieran agua no potable, tales como:
Uso de baños
Limpieza
Riego
Durante los trabajos de restauración, los equipos de trabajo
encontraron balas de cañones y botellas antiguas en los drenajes.
Estos artículos pasarán al archivo de evidencia histórica del
Servicio de Parques Nacionales de San Juan.
En las cisternas hay tres “cuadros devotivos” a San Juan Bautista,
la Virgen María y la Crucifixión, que estaban deteriorándose por
la falta de agua. La restauración ayudará a preservarlos porque
están hechos con un material resistente al agua.
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