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Carmelo Sobrino: una vida de arte y humildad
El reconocido artista plástico habló con El Nuevo Día sobre su obra “Horizonte”, que este año será la inspiración de la Gala Anual del MAPR
 


30 de Marzo del 2023 Santurce PR Museo de Arte de PR entrevista al. Maestro. Pintor Carmelo Sobrino en cuya obra se inspira la gala del MAPR de esta año. (David Villafane)

El Nuevo Día
Martes, 11 de abril de 2023
Por Víctor Ramos Rosado

Cuando Carmelo Sobrino era un niño, su vida tomó un giro inesperado. La muerte súbita de su padre dejó a su suerte a una madre con tres hijos. Ante las dificultades que produjo esa situación, fue enviado a vivir al campo con sus abuelos maternos por un tiempo. Fue allí donde el destino comenzó a trazar la línea viajera de su vida.

“A mí me mandaron a la casa de mis abuelos maternos, que afortunadamente eran unos campesinos humildes que todavía vivían en un bohío de paja. Y tuve la suerte que eran dos personas extraordinarias. Recuerdo que todo lo que había en mi casa, en nuestra casa, era hecho por mi abuela. Mi abuela hizo hasta el cuatro de mi abuelo, que era un músico”, explica con un suspiro el hombre de voz suave.

Observar el trabajo de su abuela despertó algo en su ser que ha alimentado toda su trayectoria artística. Aunque fue aprendiz y ha sido maestro de grandes artistas plásticos, mirar a su abuela creando cosas hermosas fue lo que sembró la semilla de la creatividad en su ser.

“Y esto me enseñó a apreciar la magia que tenía mi abuela en sus manos, que podía coger un canto de madera y sacar una pieza que fuera utilitaria y aparte bonita. Ese gesto de mi abuela a mí, yo creo que desde el principio me enamoró. Ver la experimentación, la transformación con los materiales. Esos primeros años que yo estuve con mis abuelos me dieron la formación básica como artista y para apreciar la naturaleza”, dice.

Su madre también era una mujer talentosa. Para mantener a su familia, se dedicaba al oficio de la costura. Carmelo recuerda lo feliz que lo hacía ir con ella a comprar materiales.

“Me gustaba acompañarla a comprar telas porque las telas siempre traían dibujos. Y fundamentalmente a mí me criaron mujeres y las mujeres son bien creativas, muy creativas. Afortunadamente, esas mujeres me dieron a mí un horizonte, que yo creo que venía ya en el secreto del ADN, y fortalecieron mi idea de buscar el camino a través de la creatividad”.

Muchas cosas han pasado desde entonces. Carmelo Sobrino tiene hoy 75 años. Es de baja estatura y hablar pausado. Su cabello canoso le brinda un aire de sabiduría y sus espejuelos le dan un aura profesoral. Sus oraciones son estructuradas con cuidado. Ha tenido una de las carreras más distinguidas entre artistas puertorriqueños, ha presentado sus obras en los más importantes museos y galerías, y ha trabajado con los nombres más reconocidos en su campo. Y si hay un adjetivo perfecto para describirlo, debe ser, inequívocamente, la palabra “humilde”.

Son esos mismos orígenes humildes los que plasma en su mural “Horizonte”, una pieza comisionada por el Museo de Arte de Puerto Rico (MAPR) en Santurce y que cuelga de una de las paredes del vestíbulo del Teatro Raúl Juliá. La impresionante pieza, de 8 pies de alto por 36 de largo, será la inspiración para la Gala Anual del MAPR, su evento benéfico más importante.

Sentado de espaldas al masivo mural, Carmelo rememora algunos de los momentos que marcaron su vida como artista. Cuando salía al balcón de la casa donde se crio, podía ver a un muchacho que dibujaba sobre el pavimento con tiza, era unos años mayor que él. Un día, decidió “fugarse” del balcón y salió a la calle para verlo dibujar.

“A mí me encantaba verlo dibujar, porque yo sentía que de la tiza sacaba formas. Y ese día él se me queda mirando y me dice ‘toma, dibuja’, y me entregó la tiza”. Le pidió que dibujara el rostro de una mujer. Carmelo siguió sus instrucciones. “A mí me resultó fantástico cómo la mujer salía, como salía de la tiza, y lo fácil que se me hacía de mover la tiza y hacer el dibujo. Esa experiencia caló profundamente en mí, es la primera experiencia que yo tengo con la línea como recurso de expresión”, rememora.

El uso de la línea ha estado profundamente atado a su obra desde entonces —ha creado un método de enseñanza basado en ella, incluso—. Tal fue el caso con “Horizontes”. Cuando las personas encargadas del MAPR le hicieron el acercamiento para que hiciera un mural para su apertura en el año 2000, hizo varios experimentos artísticos con posibles conceptos, pero ninguno parecía funcionar. El tiempo antes de la inauguración del museo casi acaba cuando finalmente tuvo una visión con la que se sentía cómodo.

“Faltaban dos semanas para abrir el museo y no estaba listo. Estando aquí algo me dijo, como una voz de esas, ‘vete al patio’. Me levanté y me fui al patio y me puse a ver los árboles, las raíces. Y para ese tiempo yo estaba haciendo un tipo de dibujo en la calle. Yo ponía la libreta de dibujo en el asiento y mientras iba guiando en el tapón que me aburría, iba trazando, sintiendo el ritmo del tráfico y expresándolo sin ver el papel”.

Entonces, se dio cuenta de algo; la respuesta siempre había estado ahí. Su mural debía contar una historia: la historia de su vida.

“La vida de uno y el medio ambiente donde uno ha crecido es el documento más fuerte de lo que es la expresión de un puertorriqueño. A mí me intimidó cuando yo llegué y lo vi un mar de blanco. La línea viajera me fue fantástica porque yo lo que hago es sentirla mientras trazo”, sostiene el maestro pintor.

“Y empecé con la historia de mis abuelos y pasajes de mi vida que recordaba muy claramente y los acompañaba de memorias de la experiencia pictórica. Por lo menos a mí, el pintor que más me impresionó al principio fue [Francisco] Oller, porque tiene como un esplendor. Entonces empecé también a evocar maestros del arte que han influido en mí. También está el suceso del muchacho que murió por una bomba en Vieques. Después está mi experiencia en Manatí con mi mamá. Este mural recoge muchas experiencias de mi vida, no solamente en el carácter de mi formación psicológica, sino en el oficio”, explica.

A pesar de basar la obra en sus vivencias, Carmelo insiste en que es importante que cada persona que la vea haga su propia interpretación. “A mí explicar las obras de arte me crea conflicto, porque yo creo que las obras de arte, primero, lo que yo hago, la pintura, de por sí la imagen tiene su lenguaje. Si me pongo a explicar la obra, le pongo cosas en la mente a la gente”.

Sobre esto, dice que se trata, como en muchos aspectos de la sociedad puertorriqueña, de una ausencia de apreciación a las artes. “Claro, como en nuestra cultura, nuestra educación, no nos enseñan a acercarnos a la obra de arte, la mayor parte de la gente se acerca muchas veces confusos, buscando qué quería decir el artista. Yo lo primero que trato es de romper eso. El artista no sabía ni qué carajo quería decir, muchas veces”, dice, con una carcajada.

A pesar de los análisis y estudios que se han hecho sobre su obra y las innumerables entrevistas que la han hecho al respecto, al final, Carmelo Sobrino solo desea una cosa cuando las personas vayan a ver su arte.

“Me gustaría que la gente la disfrutara. Yo hago arte para disfrutar, porque quiero compartir ese disfrute”.

La Gran Gala Anual del Museo de Arte de Puerto Rico se celebrará el próximo sábado, 6 de mayo, en el Sheraton Puerto Rico Hotel & Casino.