La primera transmisión de un programa
en vivo, con la animación de Enrique Soler y Carlos Rubén
Ortiz, teniendo a Doña Felisa Rincón como invitada.
domingo, 23 de marzo de 2014
SEIS DÉCADAS
TATIANA PÉREZ RIVERA
Una década antes, la Operación Manos a la Obra -con su plan político, económico y social para industrializar la Isla- había comenzado. Dos años antes, Puerto Rico se había convertido en el Estado Libre Asociado, formalizando así su ambigua relación con Estados Unidos. La Revuelta Nacionalista fue la respuesta del sector independentista a ese suceso, provocando episodios de violencia y represión por varios años. Tres semanas antes, Lolita Lebrón había atacado a tiros, junto a otros tres puertorriqueños, el Congreso de Estados Unidos. La radio, que comenzó en la Isla en el 1922, era la reina absoluta del entretenimiento y la información.
Hasta el 28 de marzo de 1954 así era nuestra isla. Ese día, otra fue la noticia. Oficialmente llegó la televisión a Puerto Rico.
Los telereceptores -como se llamaba el televisor- mostraron a través del canal 2 algo más que "el indio" estático que hacía semanas en todos los canales les miraba fijamente con su penacho que aclaraba que de taino no tenía nada.
Quienes frente a la pantalla se sentaron a las seis de la tarde ese día vieron a Evelio Otero recitar por quince minutos las noticias en la primera emisión de Telenoticias, disfrutaron la tragicomedia adaptada a la televisión, EL caso de la mujer asesinadita y, si la curiosidad no les permitía dejar esa caja con imágenes y sonido, vieron la película mexicana ¡Ay Jalisco no te rajes! para luego ver la estadounidense, Un cuerpo de mujer.
Pero antes, en las semanas de prueba, Wapa Televisión había transmitido una entrevista que el reportero, Carlos Rubén Ortiz, le había realizado a Felisa Rincón de Gautier en calidad de prueba.
Corto tomado del vídeo " Televisión Digital un nuevo
comienzo.." Narrador Efrén Arroyo. Noticentro.
Y SALEN EN CARRERA. "Antes de eso lo que hubo fue una carrera entre dos televisoras, estaban peleándose la primicia. Dos empresarios exitosos luchaban por transmitir primero", explica Beba García quien al escribir una biografía de Tommy Muñiz, ¡Juan, Juan. Juan!: Crónicas de televisión en los tiempos de don Tommy, publicada en el 2009, se convirtió en una especialista en la historia de la televisión en Puerto Rico.
Siete años le tomó a la escritora investigar periódicos y revistas de la época además de realizar más de cincuenta entrevistas para contrastar fechas, anécdotas y datos.
A un lado estaba el Canal 2 de Ángel Ramos quien poseía además WKAQ Radio y el periódico El Mundo. Al otro estaba el Canal 4 de Ramón Quiñones, propietario de WAPA Radio y el diario El Imparcial. La FCC tenía que otorgar permiso de transmisión a las plantas televisoras en suelo estadounidense pero las dos ya estaban haciendo pruebas. La primera licencia la obtuvo Telemundo", narra la autora quien agrega que Cuba se había adelantado cuatro años puesto que no requería permiso de la FCC.
CAMBIAMOS. Las costumbres variaron. Fue inevitable. Poco antes de la primera emisión, había anuncios publicitarios de las mismas televisoras que decían, por ejemplo: "Con tiempo, prepárese. No lo deje para última hora. Seleccione su televisor de entre la completa variedad que le ofrece el comercio local. Así estará listo para participar junto a nosotros del gran momento histórico que se avecina: la inauguración de la primera televisora de la isla Telemundo".
"No solo eso, la gente ponía antenas sin tener el aparato porque todavía estaban pagándole a las mueblerías con tal de poder sacar el televisor. Si llegabas a tu casa con un televisor te convertías en el vecino más popular, todo el mundo iba allí a ver los programas. Era una cosa bonita contrario a como pasa ahora que cada cual tiene uno en su cuarto", resalta García.
Además del ejemplo arriba mencionado en su libro, ésta resalta otro anuncio de un whiskey de lujo en el que un hombre bien vestido, copa en mano, está parado frente a un televisor de pantalla grandísima. En la isla del "barco grande, ande o no ande" la recomendación se acató como ley. "Era un símbolo de estatus y mientras más grande mejor", insistió García.
Los hombres, que acostumbraban a ir a sus casas a almorzar, se sentaban a reposar escuchando El tremendo hotel en la radio con Diplo, Ramón Ortiz del Rivero. Ahora lo veían en vivo en la Taberna India.
OJO A LOS FEOS. El monstruo había llegado y varios cucos amenazaban la paz de la clase artística del país. Los rumores que venían de Cuba no eran alentadores para los actores radiales poco agraciados físicamente. Quedaron excluidos de la televisión. Hacía falta porte y buena pinta.
"Así pasó, si eras feo no salías", declara García, "la primera etapa de la televisión era bien exclusivista. Podías ser un galán en la radionovela pero si eras bajito, gordito o muy flaco no podías serlo en televisión".
Poco a poco fueron entrando en la tv, quizá nunca como galanes pero siempre en roles que les permitieron ganarse la devoción del público.
También otros temores se agudizaron. La pauta publicitaria, encandilada con la nueva tecnología emigró en su totalidad a la televisión. "Eso se niveló pronto porque no todos los puertorriqueños tenían televisor así que los anunciantes fueron regresando a la radio", resalta García.
Las técnicas de actuación debieron evaluarse. Los actores estaban acostumbrados al melodrama, a lo al estilo teatral. Muchas radionovelas se grababan en vivo ante público. "Debieron ajustarse y tener un estilo más natural, pero fue sobre la marcha Las primeras novelas tenían ese estilo de actuación", menciona la autora.
La llegada del color también exigió cambios. Se comentaba que un especial del cantante Raphael que Telemundo presentó en el 1968 había sido el primer programa a color en nuestra televisión pero García descubrió que el programa de variedades Rambler rendezvous, conducido por Tony Chiroldes y Vilma Carbia, ya se emitía a color desde finales del 1967 por Wapa. La primera lata que se vio a color fue una película estadounidense, Stranger When We Meet.
"Aquí también hubo una carrera pero esta se la llevó Wapa", resalta García, "transmitir un programa local a color eran otros veinte pesos, no teníamos el equipo, cada cámara costaba 70 mil dólares y para televisar en vivo necesitabas mínimo dos. Había que cambiar la iluminación y las maquinistas tenían que aprender de nuevo; para blanco y negro los labios se pintaban más púrpura y a color debía ser más natural, como en cine. Fueron inversiones muy grandes las que tuvieron que hacer las televisoras".
LOS FAVORITOS. El público de inmediato escogió los suyos. Las reinas absolutas fueron las telenovelas. La primera fue Ante la ley, de Telemundo, con Esther Sandoval y Ulises Brenes y Wapa ripostó con Mar brava. Tuvieron éxito El derecho de nacer y La mujer de aquella noche por solo mencionar algunas de esos primeros tiempos.
Escena de la telenovela Cristina Bazán. www.YouTube
La novela El hijo de Angela María causó tal éxito en el 1974 que los productores aguardaron cuatro años antes de lanzar otra y fue nada más y nada menos que Cristina Bazán, una novela que según García "en el 1978 paralizó Puerto Rico y los protagonistas no se dieron ni un beso".
Programas estadounidenses inspiraron versiones criollas como Candid Cámara que terminó siendo la Cámara cómica. Otros eran doblados al español por artistas del patio como fue el caso de la serie televisiva Bonanza, entre varias.
Muchos programas exitosos en la radio con el tiempo migraron a la televisión como fue el caso de El colegio de la Alegría. Así siguieron colándose programas de todo tipo desde la Cocina Frigidare hasta programas de entrevistas o unitarios.
Puerto Rico incorporó frases de sus programas favoritos en su vocabulario. "Suelta la cartera. Petunia". "Aquí Nino, aquí" -al principio-, "Dígame si es o no cierto" o "A juyir Crispín"-mucho después, son algunas. Los rostros de la televisión adquirieron autoridad. Para muchos boricuas lo que dijera "Don Cholito" (José Miguel Agrelot) o (Luis) "Vigoreaux" era ley. Sucesos que marcaron nuestra historia allí se vieron: desde la caída de Karl Wallenda o las vistas del Cerro Maravilla hasta el fuego del Dupont Plaza y la misa que ofreció el Papa Juan Pablo 11 desde Plaza las Américas. Ya la historia no solo se leía.
LA GRAN COMPETENCIA. El cable tv y su programación estadounidense arribó a mediados de los ochenta. El público puertorriqueño se dejó seducir y comenzaron a exigir mayores criterios de calidad a la programación que antes encontraban maravillosa.
"Se piensa entonces, equivocadamente, que todo el que tiene dos pesetas va a pagar por ver y el que se queda viendo televisión local lo que quiere es zafiedad. La televisión subió el tono y entonces era el que más se atrevía. Sunshine's Café y No te duermas fueron pioneros en eso", resalta.
Con la llegada de programación extranjera -variada y con otra estética-ocurre una especie de cortocircuito. De mucha preproducción pasamos a descuidar calidad para aumentar cantidad. De comedias picantes pasamos a lo explícito.
"Después de tocar fondo, lo que te queda es subir. Nuestra televisión estaba agonizando pero se está levantando. Yo tengo mucha fe en lo que la nueva generación puede hacer, tienen muchas ganas de hacer buena televisión. Los jóvenes ven la televisión de antes con reverencia, porque la perciben como sus raíces, y los mayores con añoranza", acaba García
"Lo que se hizo entre los sesenta
y setenta demuestra lo que se puede hacer con pocos recursos y
mucho esfuerzo. Con la llegada del cable tv a finales de los
ochenta comenzó el descenso de la televisión local que optó,
para competir, con programas más atrevidos, reality shows y
mujeres desnudas. La televisión tocó fondo porque la competencia
fue muy fuerte" Beba García