Las pruebas tuvieron su inicio en el 1954. La
meta: Construir un cohete que utilizara aletas movidas a control
remoto por radiofrecuencia en vez de una
varilla para estabilizar el vuelo y alcanzara grandes alturas. Se comenzó mezclando los componentes
químicos comunes para obtener pólvora como combustible. Una vez
resuelto el problema de controlar la trayectoria los experimentos se
concentraron en conseguir un combustible más eficiente. Varios reactivos
fueron usados en la síntesis de poderosos explosivos como nitrocelulosa
y nitroglicerina mezclados con azúcar, caramelo, aluminio, magnesio y
otros. El problema era por un lado controlar la velocidad de la
reacción química y por otro que la combinación diera como resultado
un propulsor sólido y moldeable. La solución se encontró modificando un
producto sintético que utilizaba una planta de recauchamiento de llantas
para autos de la Goodyear, ubicada para
entonces en la Calle Matías Ledesma en Puerta de Tierra. El diseño fue modificado para lograr mayores
distancias y para ello se emplearon cohetes montados en forma de tótem
(de etapas múltiples). El proyecto se exhibió en la feria científica
de 1959.
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