El maestro Rafael Cordero
 
 

La educación en Puerto Rico (1503-1900)

Por Rosa Rodríguez Meléndez

Con la llegada de los españoles a Puerto Rico, traen también usos y costumbres relacionados con los estilos de vida y la cultura. Fernando el Católico quiso ser diferente en su política y decidió que a los niños de cada poblado en Puerto Rico se les ofreciera algún tipo de educación. El 20 de marzo de 1503 ordenó que se les ofreciera instrucción religiosa, lectura y escritura. A partir de esta orden y hasta varios siglos más tarde, todo lo relacionado con la educación estaba ligado a la evangelización y no se encontró ningún otro intento educativo por parte del gobierno. No obstante, la educación privada para las familias pudientes económicamente seguía un buen curso. Según señala Coll y Toste, las directrices que recibe Cristóbal Colón de los Reyes Católicos en las que se pone de manifiesto la capacidad política que los caracterizó al reconocer que los indios responderían mejor a los intereses de la Corona si los hijos de los caciques se incorporaban rápidamente a la cultura de los colonizadores. 

En 1512 se creó la sede Episcopal de San Juan y fue nombrado obispo don Alonso Manso, quien tenía dentro de sus responsabilidades impartir algún tipo de educación, por lo que comenzó a enseñar la gramática española. La Escuela de Gramática, con posible sede inicial en la Villa de Caparra, se trasladó, en San Juan, al Hospital San Alfonso, el cual "por estar sin enfermos se usaba como escuela" (Coll y Toste, 1909, 13), mientras se construía la Catedral, luego al atrio sur de la Catedral y finalmente  a la casa llamada de los Curas o Casa Parroquial (Cuesta Mendoza, 1946, 59). La Escuela de Gramática funcionó por más de doscientos años, sostenida por los diezmos de la iglesia y por donativos de algunos vecinos. El contenido curricular consistía de: lógica, dialéctica y retórica, aritmética, geometría, astronomía y música, con el latín como disciplina básica, además de la historia sagrada. También se impartían nociones de ciencia, arte, política, gobierno, filosofía y teología.

Para el 1522 se inició la construcción del convento de los Dominicos. Aquí se enseñaba gramática y arte liberales. Se aceptaban estudiantes de educación superior. Según el historiador don Aurelio Tió, en este convento y, por mandato del Papa Clemente VII, se fundó la primera universidad de Estudios Generales en América. Este relato fue tomado del documento papal titulado In Splendide die, fechado en 1532. 

No se escribió más sobre educación primaria hasta el año 1688 en que el Obispo Padilla escribe al rey informándole que aunque en la Isla impera la pobreza, se ha continuado enseñando a leer, escribir, contar y la doctrina cristiana. 

La educación pública no se conoció en la Isla durante los primeros siglos de colonización. Según aparece en las Actas del Cabildo de 1732, fue en una de sus reuniones que se acordó nombrar un maestro para que enseñara a leer, escribir y la doctrina a “los niños de los hijos y los vecinos”, por ser esto esencial. El cabildo de San Juan usó el término “escuela pública” a partir del 3 de noviembre de 1739. Dicho Cabildo nombraba maestros, pagaba sus sueldos y velaba por la educación gratuita y la enseñanza de calidad. En 1779, el Cabildo de San Juan se encargó, por primera vez, de abrir escuelas para niñas. Para esta misma fecha, los franciscanos también mantenían abierta una escuela primaria, por primera vez. El Cabildo de San Germán, también se ocupó de la educación pública a partir de 1797. 

En el Directorio general publicado en 1770 para informar sobre la labor del Gobernador Miguel de Muesas, se hace mención de la educación pública en las áreas rurales de la Isla, organizando y reglamentando la instrucción pública en toda la Isla ; cuidando que el maestro fuera recompensado oportunamente y con regularidad; inclinando á los padres de familia á que enviasen primero un hijo y luego todos á la escuela. Un dato singular, para ese momento, es que mediante el Directorio de Muesas "se decretó oficialmente la integración racial en las escuelas públicas de Puerto Rico", pues éste "combatía el antagonismo de razas con el envío de mulaticos y negritos a la misma escuela de los blancos", según lo señalado por Coll y Toste (1910, 1G) para destacar el espíritu democrático del sistema de educación pública de la época. Añade Loida Figueroa (1970) que "en el mismo momento en que el Estado empezaba a tomar responsabilidades en cuanto a la instrucción, la disposición de Muesas se adelantaba los tiempos" 

Una del las mayores dificultades para el desarrollo de la educación en Puerto Rico fue el marcado absentismo, dado que los estudiantes vivían lejos de los centros donde se ofrecían las clases, situación que continuó durante los próximos siglos, pues la mayoría "vivía a una distancia de dos o tres leguas, ¿Como habrían los niños de asistir diariamente a la escuela?"

En 1805, don Toribio Montes, gobernador de la Isla estableció el decreto del 17 de septiembre, que aunque era parecido al de Muesas, decía que todos los niños de edad escolar debían ir a la escuela. Hace referencia a la necesidad de crear escuelas públicas para niñas. Más tarde don Miguel de la Torre echó a bajo todos los esfuerzos de Montes.

Ilustre y bien querido fue el maestro Rafael Cordero. En 1810, mientras residía en San Germán, Cordero abrió una pequeña escuela para niños negros, mulatos y pobres. Su labor continuó al regresar a su ciudad natal, San Juan, donde estableció una escuela en una casa en la calle Luna.  Su hermana Celestina, se cree, hizo más tarde un tanto con las niñas, ya que la instrucción se impartía por separado en la Isla, al igual que en el resto del mundo. La fama de la buena educación que el Maestro Cordero impartía en su escuela provocó que estudiantes de todas las clases sociales asistieran a su aula. Allí, mientras arreglaba zapatos y elaboraba cigarros para mantenerse, les inculcaba una educación cristiana y les instruía en materias como la Gramática, la Historia y la Aritmética. Fueron sus discípulos los líderes políticos y culturales Román Baldorioty de Castro, José Julián Acosta y Manuel Elzaburu, entre otros. Por su gran labor, la Sociedad Económica de Amigos del País lo reconoció con el Premio de la Virtud, un agradecimiento que venía acompañado de 100 pesos de plata. En aquella ocasión, el Maestro Cordero repartió el dinero de su premio, en partes iguales, entre sus alumnos más pobres y otras personas indigentes de la ciudad.

En el año de 1812 las escuelas de San Juan admitieron negros para que disfrutaran de la enseñanza. Hasta este año los negros habían estado desprovistos de educación formal. Esta medida ayudó a desarrollar negros instruidos que sabían comportarse en la sociedad de aquella época. Ya no era válida la teoría de que los negros eran malos por su color. Era que les faltaba el pan de la enseñanza.

Para la fecha de la Constitución Española de 1812 ya se estaba organizando en Puerto Rico la Sociedad Económica de Amigos del País, la que fue fundada en 1813 por el sub Secretario del Tesoro, Alejandro Ramírez. Durante su existencia, esta institución realizó incontables esfuerzos para organizar y fomentar la educación en Puerto Rico. Cabe destacar entre sus logros, la promoción y auspicios monetarios en la apertura de varios centros educativos para varones; pero en especial para niñas; así como las iniciativas en la preparación de maestros, ya que no existía en Puerto Rico un lugar ni un programa para tales propósitos.

El Gobernador Gonzalo Aróstegui se tomó á pecho el impulsar la enseñanza en la Isla. En la Imprenta Nacional de Puerto Rico se publicó en el año 1820 una Instrucción Metódica sobre lo que deben observar los maestros de primeras letras para la educación y enseñanza de los niños, con una breve exortación á los padres de familia, por don Francisco Tadeo de Rivero, regidor diputado de Escuelas del Exento. Ajuntamiento Constitucional de la Capital de Puerto Rico. Este interesantísimo trabajo es revelador de los esfuerzos aunados que se hacían en dicho año de 1820 por impulsar la instrucción en el país. No podemos menos de anotar que entre los premios y correcciones, el sabio munícipe condena el castigo corporal, considerándolo como un símbolo de la antigua barbarie. Hacemos hincapié en este punto, porque desgraciadamente en las leyes de la época se encontraba implantado el castigo corporal. (Coll y Toste, 1910).

El método (Sistema de Bell y Lancaster) organizaba la educación en cuatro años comenzando el niño la misma a los seis años. Se enfatizaba el método y el programa de estudios. El programa de estudios consistía de religión cristiana, moral, lectura, escritura, gramática castellana, ortografía, aritmética, nociones de política, civismo, y el estudio de la Constitución de 1812. El plan de Tadeo era uno muy completo y avanzado a su época. El texto fue subsidiado por la Sociedad Económica de Amigos del País y distribuido a través de toda la Isla para beneficio de todos los maestros (Coll y Toste, 1921, 3). El esfuerzo de Tadeo de Rivero, según Carmen Astado (1991), "dio como resultado el primer cambio coherente por codificar y reglamentar la instrucción en Puerto Rico" (p. 61). El método lancasteriano en Puerto Rico, según Coll y Toste (1910), "fue un fracaso, a pesar de los esfuerzos realizados por el gobernador de la Isla, Miguel de la Torre, de la Sociedad de Amigos del País, de la Diputación y el Ayuntamiento" (p. 22). Osuna (1949) opina que este plan fue una iniciativa "excelent on papers, but which was never realized" (p. 34).
 

A la Sociedad Económica Amigos del País le siguió la fundación del Seminario Conciliar en 1832. El objetivo del Seminario era la preparación de sacerdotes para servir en Puerto Rico. Algunos que se educaron en dicha institución, como Tapia, Acosta y Baldorioty, luego siguieron otras profesiones. A mediados del siglo 19 los Padres Jesuitas se hicieron cargo de dirigir el seminario y fundaron un colegio secundario en el cual recibieron formación académica y religiosa muchos pensadores influyentes de fines del siglo 19.

En 1842 funcionaban en San Juan cinco escuelas primarias, dos de las que eran públicas, una dirigida por Don Juan P. Monclova y otra por Don Francisco Boneta, y tres privadas sostenidas por Don Francisco Jiménez, Don Juan de la Cruz Coca y Don Ramón Castans. Las dos escuelas públicas eran sostenidas por el ayuntamiento debiendo los estudiantes comprar los libros de texto.

En 1860 vino una Real Orden para crear en debida forma una Escuela Militar. El año de 1874 se redactó el Reglamento para la Academia de Caballeros Cadetes de la Isla de Puerto Rico, con arreglo a la orden de 1ro. de julio del mismo año, del Ministro de Guerra. Tenía tres cursos. Había exámenes cada año; después del tercer curso, uno general. El tribunal lo componía el Director General, el Jefe de la Academia y seis profesores de reconocida idoneidad, designados por el Capitán General. En el año de 1884 se reformó la Academia de Infantería, cursando únicamente en Puerto Rico el primer año de la carrera; y una vez aprobados, los alumnos tenían que continuar sus estudios en España, ingresando en una de las academias militares allá establecidas. 
 

En 1851 el gobernador Juan de la Pezuela fundó la Real Academia de Bellas Letras, que se mantuvo hasta 1865, cuando un cambio de gobierno provocó su cierre. Esta escuela confería licencia a los profesores de primaria, formulaba los métodos de enseñanza, y sostuvo concursos literarios. El 1 de febrero de 1865, todos los municipios estaban obligados por orden del gobernador, José Lemery, a ejecutar las apropiaciones para las escuelas rurales. En 1897 había 209 de estas escuelas establecidas en toda la Isla para los niños ricos y pobres.

Las mujeres en Puerto Rico habían levantado sus reclamos bajo la dominación española, exigiendo acceso a la educación. Las respuestas se materializaron con lentitud, pero poco a poco surgieron algunas iniciativas concretas. En 1860 se fundó en San Juan el Colegio Asilo de San Ildefonso, regentado por las Hermanas de la Caridad, con la misión de instruir a la mujer en lectura, escritura y fe cristiana.

Mediante el Decreto Orgánico de 1865, el gobernador Félix María Messina ordenó la reorganización de todo el sistema educativo. Se dividió la primera enseñanza en elemental y superior, y se hizo obligatoria la elemental hasta los nueve años, según la
Ley de la Península de 1841, con multas a los padres que no cumpliesen. Los niños certificados por el cura o por el alcalde como pobres tendrían la primera enseñanza elemental gratuita. Este decreto es importante ya que mediante el mismo "se entra en una fase de completa legalidad en la educación en Puerto Rico" (Rivera, 1984, 149).

El General Eugenio Despujol y Dussay tomó posesión del cargo de gobernador el 24 de junio de 1878 y dos años mas tarde, en 1880, completó su Plan de  Instrucción Primaria, según el cual once escuelas secundarias para ambos sexos, 204 escuelas elementales y 231 escuelas para muchachos en áreas rurales fueron fundadas. Juntamente con 26 instituciones privadas, este plan aumentó el número de establecimientos educacionales en la isla a un total de 556, con no más de 25,000 estudiantes. En 1880 se creó además, el Colegio de las Madres del Sagrado Corazón, auspiciado por el presidente de la Diputación Provincial, don Pablo Ubarri. Este lugar, que contaba con pensionado, habría de educar a las niñas de familias acomodadas de la isla.

Ese mismo año se estableció la Asociación de Damas para la Instrucción de la Mujer, con el fin de formar niñas de clase baja o media para dirigir una escuela pública o privada.

En el 1882 el rey Alfonso XII autorizó la inauguración del Instituto Civil de Segunda Enseñanza, conocido también como "el Instituto Provincial". Además del instituto, ofrecía preparación secundaria el Ateneo Puertorriqueño, fundado en 1876. El 28 de noviembre de 1883 el instituto abrió sus puertas a la juventud puertorriqueña, siendo su director José Julián Acosta. El real decreto proveía también que este instituto debía ser la única institución oficial de enseñanza secundaria en la isla, y que el Colegio de los Jesuitas y otras escuelas quedarían subordinadas a él. Desde su fundación, fue la única institución en Puerto Rico autorizada a graduar bachilleres. Dada la uniformidad de la enseñanza española, su programa de estudios era el que se cursaba en sus similares de la Península y se terminaba aproximadamente en cuatro años. El currículo del Instituto pretendió un programa mucho más amplio en el cual se incluían clases de francés, inglés, geometría y trigonometría, sicología, dibujo lineal y topográfico, figura y paisaje. Las clases se aprobaban por exámenes orales tomados ante un tribunal examinador nombrado por el Director del Instituto. Los estudiantes pagaban moderados derechos de matrícula, derechos de exámenes y por el título de bachiller al graduarse. El costo promedio del bachillerato completo era de 170 pesos, más o menos, según Adolfo de Hostos en su Historia de San Juan, Ciudad Murada.

La Institución Libre de Enseñanza Popular fue fundada en 1888 por el profesor Jaime Comas y Montaner. Tenía como propósito proporcionar instrucción gratuita a las clases trabajadoras. Se daban clases nocturnas gratis en las aulas del Instituto Provincial, y  los gastos eran cubiertos por los miembros de la Institución con sus pagos y donaciones, y ayuda financiera ocasional del Gobierno Provincial y el Consejo de la Ciudad de San Juan.

En 1890 se crearon dos escuelas normales, una para mujeres y otra para hombres, en virtud del Real Decreto del 19 de junio de 1890. En ellas se podía obtener el título de maestro o maestra normal, es decir, de enseñanza básica.
 

Coll y Toste opina que ya para el 1897 la "instrucción pública estaba organizada en toda la isla". Entre San Juan y los restantes pueblos, con sus barrios y poblados, identificó a más de quinientos centros escolares de primera y segunda enseñanza con sus respectivos profesores y matrícula, clasificados en escuelas de enseñanza elemental y superior, y escuelas modelo o normal.

El 9 de febrero de 1898 el régimen autonómico concedido a Puerto Rico por el Gobierno español, el primer sistema de auto-gobierno jamás concedido en la isla, fue inaugurado. Bajo la Carta Constitucional concedida por España, la isla obtenía casi todas las prerrogativas de un estado soberano e independiente. El nuevo gobierno duró solo unos pocos meses porque las fuerzas armadas norteamericanas ocuparon la Isla en julio de ese año. Durante ese breve período Don Manuel F. Rossy ocupó el Ministerio de Instrucción pública.

Durante el período español en la gobernación de Puerto Rico, fueron varios los esfuerzos por mejorar la educación y por fortalecer la educación pública como tal. Se promulgaron varios decretos entre éstos: el Reglamento de los tenientes a Guerra, (considerado como el primer documento oficial que regulaba la instrucción pública en Puerto Rico); Instrucción metódica sobre la conducta que deben observar los maestros de primeras letras para la enseñanza de los niños; las Comisiones de Instrucción Pública establecidas en los pueblos de la isla; la Academia Real de Buenas Letras; la Junta Superior de Enseñanza de Instrucción y el Decreto Orgánico de Despujols. No obstante, los intentos por conseguir mejorar la educación, los mismos no alcanzaron sus metas, pues al llegar los norteamericanos a la Isla encontraron un sistema de educación muy pobre, avalado por las tristes estadísticas de un 80% de analfabetismo, solamente 518 escuelas elementales, 26 escuelas de enseñanza secundaria y donde solamente el 16% de la población escolar asistía a la escuela. Los sueldos de los maestros eran bajos y no tenían seguridad en el cobro. 

Los norteamericanos trajeron una serie de reformas, recopiladas en las leyes que han regido la educación del país. En 1900, la Ley Foraker estableció el Departamento de Instrucción Pública y el puesto de Comisionado de Instrucción, quien sería el encargado de dirigir la educación puertorriqueña. A partir de ese momento, la historia de la educación en Puerto Rico ha sido diferente.

 

Rosa Rodríguez Meléndez
enero 2005

Ver: 
La educación en Puerto Rico (1900-2005)


MIDI: Himno de España
Bibliografía

Coll y Toste (1910) Historia de la Instrucción Pública en Puerto Rico hasta el año de 1898.

Cuesta Mendoza, A.  (1974). Historia de la educación en Puerto Rico: 1512-1826. AMS Press. New York.

López Yustos, A. (1992, ed.). Compendio de historia de la educación. Publicaciones   Puertorriqueñas, Inc. Hato Rey, Puerto Rico. 

López Yustos, A. (1984). Historia documental de la educación en Puerto Rico (1503-1970). Sandemann, Inc. Puerto Rico.

López Borrero Ángela .(2005).Mi Escuelita. Educación y arquitectura en Puerto Rico. La Editorial. Universidad de Puerto Rico

Negrón de Montilla, A. (1990, ed.).  La americanización de Puerto Rico y el sistema de InstrucciónPública 1900-1930.

Scarano, Francisco A. (1998). Puerto Rico: Una historia contemporánea. McGraw-Hill. México.

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de Hostos, Adolfo. Historia de San Juan. Ciudad Murada 1521-1898. San Juan, Puerto Rico: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1966.

Puerto Rico in the Great Depression
Education, From Puerto Rico: A Guide to the Island of Boriquén
Federal Writers Project, 1940.