El maestro Rafael Cordero
Con la llegada de los españoles a
Puerto Rico, traen también usos y costumbres relacionados con los
estilos de vida y la cultura. Fernando el Católico quiso ser diferente
en su política y decidió que a los niños de cada poblado en Puerto
Rico se les ofreciera algún tipo de educación. El 20 de marzo de 1503
ordenó que se les ofreciera instrucción religiosa, lectura y
escritura. A partir de esta orden y hasta varios siglos más tarde, todo
lo relacionado con la educación estaba ligado a la evangelización y no
se encontró ningún otro intento educativo por parte del gobierno. No
obstante, la educación privada para las familias pudientes
económicamente seguía un buen curso. Según señala Coll y Toste, las
directrices que recibe Cristóbal Colón de los Reyes Católicos en las
que se pone de manifiesto la capacidad política que los caracterizó al
reconocer que los indios responderían mejor a los intereses de la
Corona si los hijos de los caciques se incorporaban rápidamente a la
cultura de los colonizadores. En el Directorio general publicado en 1770 para informar sobre la labor del Gobernador Miguel de Muesas, se hace mención de la educación pública en las áreas rurales de la Isla, organizando y reglamentando la instrucción pública en toda la Isla ; cuidando que el maestro fuera recompensado oportunamente y con regularidad; inclinando á los padres de familia á que enviasen primero un hijo y luego todos á la escuela. Un dato singular, para ese momento, es que mediante el Directorio de Muesas "se decretó oficialmente la integración racial en las escuelas públicas de Puerto Rico", pues éste "combatía el antagonismo de razas con el envío de mulaticos y negritos a la misma escuela de los blancos", según lo señalado por Coll y Toste (1910, 1G) para destacar el espíritu democrático del sistema de educación pública de la época. Añade Loida Figueroa (1970) que "en el mismo momento en que el Estado empezaba a tomar responsabilidades en cuanto a la instrucción, la disposición de Muesas se adelantaba los tiempos" Una del las mayores dificultades para
el desarrollo de la educación en Puerto Rico fue el marcado absentismo,
dado que los estudiantes vivían lejos de los centros donde se ofrecían
las clases, situación que continuó durante los próximos siglos, pues
la mayoría "vivía a una distancia de dos o tres leguas, ¿Como
habrían los niños de asistir diariamente a la escuela?" Ilustre y bien querido fue el
maestro Rafael Cordero. En 1810, mientras residía en San Germán, Cordero
abrió una pequeña escuela para niños negros, mulatos y pobres. Su labor
continuó al regresar a su ciudad natal, San Juan, donde estableció una
escuela en una casa en la calle Luna. Su hermana Celestina, se
cree, hizo más tarde un tanto con las niñas, ya que la instrucción se
impartía por separado en la Isla, al igual que en el resto del mundo. La fama de la buena educación que
el Maestro Cordero impartía en su escuela provocó que estudiantes de
todas las clases sociales asistieran a su aula. Allí, mientras arreglaba
zapatos y elaboraba cigarros para mantenerse, les inculcaba una
educación cristiana y les instruía en materias como la Gramática, la
Historia y la Aritmética. Fueron sus discípulos los líderes políticos y
culturales Román Baldorioty de Castro, José Julián Acosta y Manuel
Elzaburu, entre otros. Por su gran labor, la Sociedad Económica de
Amigos del País lo reconoció con el Premio de la Virtud, un
agradecimiento que venía acompañado de 100 pesos de plata. En aquella
ocasión, el Maestro Cordero repartió el dinero de su premio, en partes
iguales, entre sus alumnos más pobres y otras personas indigentes de la
ciudad. Para la fecha de la Constitución Española de 1812 ya se estaba organizando en Puerto Rico la Sociedad Económica de Amigos del País, la que fue fundada en 1813 por el sub Secretario del Tesoro, Alejandro Ramírez. Durante su existencia, esta institución realizó incontables esfuerzos para organizar y fomentar la educación en Puerto Rico. Cabe destacar entre sus logros, la promoción y auspicios monetarios en la apertura de varios centros educativos para varones; pero en especial para niñas; así como las iniciativas en la preparación de maestros, ya que no existía en Puerto Rico un lugar ni un programa para tales propósitos. El Gobernador Gonzalo Aróstegui se tomó á pecho el
impulsar la enseñanza en la Isla. En la Imprenta Nacional de Puerto Rico
se publicó en el año 1820 una Instrucción Metódica sobre lo que deben
observar los maestros de primeras letras para la educación y enseñanza
de los niños, con una breve exortación á los padres de familia, por don
Francisco Tadeo de Rivero, regidor diputado de Escuelas del Exento.
Ajuntamiento Constitucional de la Capital de Puerto Rico. Este
interesantísimo trabajo es revelador de los esfuerzos aunados que se
hacían en dicho año de 1820 por impulsar la instrucción en el país. No
podemos menos de anotar que entre los premios y correcciones, el sabio
munícipe condena el castigo corporal, considerándolo como un símbolo de
la antigua barbarie. Hacemos hincapié en este punto, porque
desgraciadamente en las leyes de la época se encontraba implantado el
castigo corporal. (Coll y Toste, 1910). A la Sociedad Económica Amigos del País le siguió la fundación del Seminario Conciliar en 1832. El objetivo del Seminario era la preparación de sacerdotes para servir en Puerto Rico. Algunos que se educaron en dicha institución, como Tapia, Acosta y Baldorioty, luego siguieron otras profesiones. A mediados del siglo 19 los Padres Jesuitas se hicieron cargo de dirigir el seminario y fundaron un colegio secundario en el cual recibieron formación académica y religiosa muchos pensadores influyentes de fines del siglo 19. En 1842 funcionaban en San Juan
cinco escuelas primarias, dos de las que eran públicas, una dirigida por
Don Juan P. Monclova y otra por Don Francisco Boneta, y tres privadas
sostenidas por Don Francisco Jiménez, Don Juan de la Cruz Coca y Don
Ramón Castans. Las dos escuelas públicas eran sostenidas por el
ayuntamiento debiendo los estudiantes comprar los libros de texto. En 1860 vino una Real Orden para crear en debida forma una Escuela Militar. El año de 1874 se
redactó el Reglamento para la Academia de Caballeros Cadetes de la Isla de Puerto Rico, con arreglo a la orden de 1ro. de julio del mismo año, del Ministro de Guerra. Tenía tres cursos.
Había exámenes cada año; después del tercer curso, uno general. El tribunal lo componía el
Director General, el Jefe de la Academia y seis profesores de reconocida idoneidad, designados por el Capitán General. En el año de 1884 se reformó la Academia de Infantería, cursando únicamente en Puerto Rico el primer año de la carrera; y una vez aprobados, los alumnos tenían que continuar sus estudios en España, ingresando en una de las academias militares allá establecidas.
En 1851 el gobernador Juan de la Pezuela fundó la Real Academia de
Bellas Letras, que se mantuvo hasta 1865, cuando un cambio de gobierno
provocó su cierre. Esta escuela confería licencia a los profesores de
primaria, formulaba los métodos de enseñanza, y sostuvo concursos
literarios. El 1 de febrero de 1865, todos los municipios estaban
obligados por orden del gobernador, José Lemery, a ejecutar las
apropiaciones para las escuelas rurales. En 1897 había 209 de estas
escuelas establecidas en toda la Isla para los niños ricos y pobres. El General Eugenio Despujol y Dussay
tomó posesión del cargo de gobernador el 24 de junio de 1878 y dos
años mas tarde, en 1880, completó su Plan de Instrucción
Primaria, según el cual once escuelas secundarias para ambos sexos, 204
escuelas elementales y 231 escuelas para muchachos en áreas rurales
fueron fundadas. Juntamente con 26 instituciones privadas, este plan
aumentó el número de establecimientos educacionales en la isla a un
total de 556, con no más de 25,000 estudiantes. En 1880 se creó además,
el Colegio de las Madres del Sagrado Corazón, auspiciado por el
presidente de la Diputación Provincial, don Pablo Ubarri. Este lugar,
que contaba con pensionado, habría de educar a las niñas de familias
acomodadas de la isla. En 1890 se
crearon dos escuelas normales, una para mujeres y otra para hombres, en
virtud del Real Decreto del 19 de junio de 1890. En ellas se podía
obtener el título de maestro o maestra normal, es decir, de enseñanza
básica. Coll y Toste opina que ya para el 1897
la "instrucción pública estaba organizada en toda la isla".
Entre San Juan y los restantes pueblos, con sus barrios y poblados,
identificó a más de quinientos centros escolares de primera y segunda
enseñanza con sus respectivos profesores y matrícula, clasificados en
escuelas de enseñanza elemental y superior, y escuelas modelo o normal. Rosa Rodríguez Meléndez
MIDI: Himno de España Coll y Toste (1910) Historia de la Instrucción Pública en Puerto Rico hasta el año de 1898. Cuesta Mendoza, A. (1974). Historia de la educación en Puerto Rico: 1512-1826. AMS Press. New York. López Yustos, A. (1992, ed.). Compendio de historia de la educación. Publicaciones Puertorriqueñas, Inc. Hato Rey, Puerto Rico. López Yustos, A. (1984). Historia documental de la educación en Puerto Rico (1503-1970). Sandemann, Inc. Puerto Rico. López Borrero Ángela .(2005).Mi Escuelita. Educación y arquitectura en Puerto Rico. La Editorial. Universidad de Puerto Rico Negrón de Montilla, A. (1990, ed.). La americanización de Puerto Rico y el sistema de InstrucciónPública 1900-1930. Scarano, Francisco A. (1998). Puerto Rico: Una historia contemporánea. McGraw-Hill. México. Scarano, Francisco A. (1999). Puerto Rico: Cinco siglos de historia. McGraw-Hill.México. de Hostos, Adolfo. Historia de San Juan. Ciudad Murada 1521-1898. San Juan, Puerto Rico: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1966. Puerto Rico
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