Historia de Puerta de Tierra |
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El Éxodo |
Puerta de Tierra fue la cenicienta que soñó con ser princesa. De un humilde barrio obrero tuvo ínfulas de gran ciudad. Después de la Segunda Guerra Mundial Puerta de Tierra comenzó a experimentar un vertiginoso desarrollo socio-económico sin precedentes. Una nueva generación más educada egresaba de las escuelas y universidades. Los hijos de aquellos campesinos analfabetas que poblaron los arrabales y la calle San Agustín, ahora ponían todo su empeñado en desechar los harapos y cubrir al barrio con nuevas galas de progreso y prosperidad. Emergió una pujante y emprendedora clase media decidida a romper viejos esquemas instaurando nuevas pautas de convivencia y mutuo apoyo. Y hasta aquí entonces llegaron profesionales, comerciantes y grandes empresarios. Ricos y pobres, sin distinción de clases, "juntos y revueltos" comenzaron a forjar la gran bonanza económica y la estabilidad social. Todo aquel dispuesto a trabajar conseguía empleo. Se construyeron facilidades recreativas, hoteles de lujo, teatros, farmacias, supermercados, dispensarios médicos, rotativos, estaciones de televisión, muelles, bibliotecas, estación postal, banco... El futuro se vislumbraba brillante y prometedor. Sin embargo, el
barrio no estuvo exento a uno de los fenómenos sociales más
determinantes en la historia de Puerto Rico. Es ampliamente
reconocido que el proceso migratorio hacia Norteamérica, que
comienza en la década del 1940. En ese sentido
expresa Maldonado Denis (1987, p. xxiii): no ha habido, quizás,
un acontecimiento histórico de mayor trascendencia para el
destino de la nación puertorriqueña que el éxodo masivo de más
de medio millón de puertorriqueños durante el periodo que sigue
inmediatamente después de la segunda guerra mundial. El famoso
informe Dorfman: March 1946 report by the U.S Tariff Commission—el
llamado Dorfman report—indicaba que era necesario que un millón
de puertorriqueños abandonaran la isla para lograr una economía
con un crecimiento sostenido. Desde 1955, el Banco Gubernamental de Fomento había aprobado un préstamo para el primer condominio residencial en la Isla, el Condominio San Luis en Puerta de Tierra. Puerto Rico fue la primera jurisdicción bajo la bandera estadounidense que recurrió al concepto de condominios para resolver la necesidad de viviendas en las áreas metropolitanas densamente pobladas. Al igual que El Falansterio, construido en el 1937, el Condominio San Luis resultó todo un éxito. El auge en la economía local del barrio, permitió que muchos de los residentes en los apartamentos alquilados en Puerta de Tierra, obtuvieran la solvencia económica suficiente para adquirir sus casas propias. Al principio se desplazaron hacia las urbanizaciones Roosevelt y Puerto Nuevo. Luego se decía que "brincaban la bahía de San Juan" para poblar la Urbanización Levittown, en Toa Baja. Entonces...todo
el esfuerzo de superación de siglos se vino abajo en solo unos
treinta años. El principio del final lo provocó la Guerra de
Vietnam. La juventud regresaba de los campos de batalla con
traumas emocionales difíciles de superar, buscando alivio a su
enajenación en las drogas. La mayoría de ellos presentaban
cuadros clínicos de sicosis que les impedía desenvolverse
plenamente en el plano social. El segundo golpe llegó con la mecanización y el traslado de la actividad marítima comercial a Isla Grande, al otro lado de la bahía. Los muelles eran la fuente principal que movía la economía del barrio. Se perdieron cientos de empleos secundarios. No obstante, los obreros relegados buscaban trabajar en lo que fuera y ganar lo suficiente para el sustento de sus hogares. En la década del 70 se
incrementó el paternalismo gubernamental. Los más beneficiados
resultaron ser los residentes de los caseríos públicos. En el
1971 llegaron los "cupones". Resultaba entonces mas provechoso
acogerse a los programas de ayudas sociales del gobierno que
obtener un empleo incierto con un sueldo bajo. El aliciente de
la búsqueda del progreso social y económico personal, que en un
principio motivó a los que se establecieron en el barrio,
para muchos de sus habitantes quedó en un limbo. Y el barrio
comenzó a ñangotarse.
Como respuesta a la escasez de terrenos en el área metropolitana se comenzaron a construir, durante los 1970, proyectos de vivienda pública en estructuras multi pisos. Se pretendía ubicar en esas estructuras a la mayor cantidad de individuos en el mínimo de terreno posible y, además, asegurar áreas recreativas para los residentes. El edificio multipisos como tipo arquitectónico no funcionó para este sector de la población. El sentimiento de propiedad no se extendió a todas las unidades del edificio, sino que comenzaba y terminaba en el apartamento. El residente entendía que, como inquilino del gobierno, la responsabilidad del mantenimiento y el buen funcionamiento recaía únicamente en éste, y no se responsabilizó por mantener los predios del edificio en buen estado. Por otro lado, los lazos comunitarios existentes entre personas provenientes del mismo sector fueron obviados en la mayoría de los proyectos públicos. La estocada mortal la recibió
Puerta de Tierra con la construcción del "Condominio" Las
Acacias. Algunos de los primeros inquilinos de este residencial
público fueron naturales de Puerta de
Tierra. Pero luego comenzaron a llegar individuos y familias
ajenas a la idiosincracia del barrio. Junto a buenas familias,
que sí las había, arribaron sicarios y delincuentes que allí
plantaron bandera y tomaron posesión del lugar. Estos
últimos fueron desplazando a los de Puerta de Tierra residentes
en el residencial, acosándolos de tal manera para que se mudaran
a otros lugares. Los que permanecieron quedaron sujetos al
código Omertá o ley del silencio. Luego los maleantes extendieron su radio de acción
delictiva por todo el barrio. En la década de los 80, y ante la
rampante ola de criminalidad comenzó un éxodo masivo de
residentes y comerciantes. Según datos del Negociado del Censo
Federal, la población se redujo de 29,760 en el 1950 a 7,963 en
el año 2000. Puerta de Tierra agonizaba ante los
embates del desorden social.
Hoy
Puerta de Tierra está estratificada. Al norte de la isleta
observamos una extraordinaria actividad turística. Imponentes
hoteles de lujo, hermosas playas y parques recreativos que
brindan al visitante una experiencia caribeña única en su
clase. La Avenida Constitución sirve de pasarela al desfile de
bellezas arquitectónicas de antaño, que recordando su glorioso
pasado miran hacia el sur con nostalgia; hacia una calle San
Agustín mustia y sin vida, de edificios vacíos y abandonados, añorando lo que pudo ser y no
fue. Al sur, como remanentes de una comunidad quedaron los
caseríos públicos y sus introvertidos inquilinos. El barrio actualmente mas bien parece una égida, la
mayoría de su población compuesta por individuos que sobrepasan
los 60 años.
"La implosión de Crisantemos II el 28 de
julio de 1996, y de Las Acacias en el 2000, denuncia la urgencia
de una reforma en la política de vivienda para la isla. Es
preciso echar un vistazo a los programas utilizados a través
del siglo XX; tomar de ellos lo que funcionó y descartar lo que
no sirvió. La nueva Puerta de San Juan, que forma parte de un
nuevo programa de diez años para la revitalización urbana de
la capital, tiene proyectados - como parte del esquema - tres
complejos de vivienda pública.
Esperemos haber aprendido la lección".
( Luz María Rodríguez) Reseña
tomada de El Nuevo Día: Cuando mañana caigan desplomadas las paredes del residencial Las Acacias, en Puerta de Tierra, quedará en las mentes de quienes allí vivieron el agridulce sabor de sus 25 años de historia. Inaugurado en el 1975, con el objetivo de brindarles un hogar seguro a 252 familias de escasos recursos, el residencial ingresará a la lista de edificios destruidos por el Departamento de la Vivienda (DV). Veinticinco años después de su fundación y en un deterioro que se asegura no puede ser remediado, Las Acacias desaparecerá a un costo de $2 millones, en comparación a los $20 millones que costaría restaurarlo. |