Historia de Puerta de Tierra |
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El
ranchón significó un cambio en la manera de construir ya que implicó la
construcción de elementos repetidos. Eran viviendas que ofrecían las
condiciones básicas para habitar con dimensiones reducidas. En la
elaboración de este tipo edificatorio, participaron arquitectos como
Patricio de Bolomburu, responsable de otros proyectos de escala doméstica
en la ciudad, además de maestros de obra como Armando Morales y los
mismos propietarios como Francisco Molina, Pío García de la Iglesia y
Simón Gómez.
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El patio vino a ser un espacio público alterno que, al estar contenido y
aislado de la calle, permitía que los usuarios tuvieran un sentido de
control y territorialidad que por su condición de pobres y desposeídos no
les era posible en otras partes de la ciudad. Allí se desarrollaron una
serie de callejones y pasillos que daban acceso a otros habitáculos,
cuartos o viviendas. Eran construcciones improvisadas añadidas para
aprovechar todo el terreno disponible, donde cada recoveco era arrendable.
Mientras en intramuros, por la limitada extensión de los solares, el
espacio rentable salía principalmente de la subdivisión y fragmentación
de espacios ya construidos y la utilización de azoteas y espacios comunes
como los zaguanes, en Puerta de Tierra los patios proveyeron ese espacio
adicional para ampliar la oferta y aumentar la ganancia. A medida que
aumentaban las posibilidades de especulación, los patios así como la
privacidad se fueron reduciendo a la vez que se agravaba el hacinamiento.
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En 1898 Manuel Gestera Fraga pide permiso para construir una enorme estructura de madera con techos de hierro galvanizado subdividida en 16 piezas de alquiler. Cada pieza tiene tres habitaciones de dimensiones parecidas. La fachada a la calle Pelayo, una de las calles perpendiculares, refleja el desnivel del terreno que baja hacia el caño de San Antonio. El balcón frontal está interrumpido a intervalos regulares para dar paso a las escaleras de acceso a las piezas. En la parte posterior existe otro balcón corrido. Las puertas están rematadas con cornisas sencillas (AGM, 5620.6). Con el correr del tiempo se le conoció como El Tesoro. La estructura se puede apreciar al fondo en el grabado "Cortaron a Elena", del pintor Rafael Tufiño. En este ranchón vivió durante su niñez el artista junto a su abuela. (Johnny Torres) Entre los ranchones más grandes que existieron podemos mencionar además del El Tesoro, el ranchón conocido como El Laberinto, que perteneció en la década de 1890 a Martín Bellver, dueño de un horno en Puerta de Tierra. El plano firmado por el arquitecto municipal lleva el título de Casa de vecindad. Ese término se usó indistintamente con el de ranchones de alquiler para familias. Se trata esta vez de un gran complejo de viviendas que ocupa dos solares. Colinda al norte con la carretera y al sur con la calle de San Agustín, en el sector central de la Isleta. El complejo está dividido en tres estructuras, dos de igual tamaño y una de mayor proporción. En conjunto alberga 14 unidades de dos habitaciones cada una. Las unidades que dan frente a la calle tienen balcón corrido con adornos de madera calada; la ubicada en el centro del solar carece de balcón. En el patio se localizan dos retretes comunales, uno para hombres y otro para mujeres (AGM, 5618.5) El
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quedaba al lado del Hotel Aymat, en la calle San Agustín, parada 5.
; El Bazán casi al final de la calle San Agustín, El Caribe, en la calle
San Agustín, parada 5; Los Espíritus, en la avenida Ponce de León,
parada 7 y La Beneficencia, construido alrededor de 1914 por
el Sr. Villaverde, en la parada 7 al norte, frente a la escuela Martin G.
Brumbaugh.
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