Historia de Puerta de Tierra |
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El Comienzo |
En el 1509 Juan Ponce de León fundó el primer asentamiento español en la Isla, al sur de la actual bahía de San Juan y le llamó Caparra. En 1519 el poblado fue trasladado al extremo oeste de la isleta de San Juan y tomó por nombre Puerto Rico.
A la isla principal se le conocía como San Juan Bautista. Con el devenir del tiempo los nombres para cada ubicación fueron invertidos; al puerto San Juan y a la isla Puerto Rico.
Los canales o "caños" de San Antonio y de Martín
Peña, la entrada del primero de los cuales estaba situada en la
ensenada hoy llamada del Condado, fueron los primeros grandes
obstáculos con que se enfrentaron los caparrences al intentar
trasladar su villa a la Isleta. Luego de vadearlos, empezaron a
llamarlos "pasos", según consta en el plano de 1519.
El puente sobre el canal San Antonio comenzó como una calzada
en pedraplén para cuya construcción se utilizó la mano de
obra de indios encomendados a los monjes de la orden de San
Jerónimo entre el 1520 y 1521. Las puertas de San Juan. En 1634 se comenzó la construcción de un sistema masivo de murallas alrededor de la ciudad de San Juan. El lado sur de la ciudad fue el primero en amurallarse. La construcción de las murallas se extendió hasta mediados del siglo XVIII cuando se completó el lado norte de la ciudad. San Juan se convirtió en una ciudad completamente amurallada. La única manera de entrar a la
ciudad era por cinco puertas que se construyeron a lo
largo de las murallas. La Puerta de San Juan, la más
cercana a la Fortaleza (1635), fue la entrada principal de la
ciudad por el lado de la bahía durante muchos años. En
esta puerta se llevaban a cabo las ceremonias oficiales de
bienvenida a los nuevos gobernadores y obispos que por
ella entraban a tomar posesión de los nuevos cargos.
La puerta principal de acceso terrestre a la ciudad
murada de San Juan era por la Puerta de Santiago, conocida
como la Puerta de Tierra. Por eso el nombre del barrio
que se fue poblando de bohíos
hasta que en 1771 ya llegaban a las cercanías de las
imponentes baterías del Fuerte San Cristóbal. Salir de
San Juan por el camino de tierra envolvía un complicado
proceso. La puerta de Santiago no abría a la
campiña. Abría a un puente levadizo sobre un foso,
con potentes poleas y cadenas para levantarlo en un momento
dado, que daba al revellín del Príncipe. Había pues,
que cruzar el revellín y penetrar en una
perforación de sus muros para salir a otro puente
que salva un segundo foso y de allí a una vereda hacia el
fortín de San Antonio, en el Puente del Agua al extremo
oriental de la Isleta. Atacan
los ingleses Reforzadas
las defensas del Escambrón La Avenida Ponce de León En 1810 se estableció la Junta de Hacendados y Comerciantes, uno de los organismos responsables de la organización del espacio urbano, mejor conocida como la Junta de Caminos. Un elemento importante en la organización del espacio fue la construcción de vías de comunicación las cuales permitieron asentamientos alineados en torno a las vías o carreteras. Uno de los casos más importantes fue la construcción del Camino Real hoy conocido como Avenida Ponce de León y el camino de Bayamón a Cataño. Estas vías permitieron un mayor flujo entre los pueblos aledaños. (Zorilla Lassus) La primera obra de carácter civil realizada en Puerta de Tierra durante la primera mitad del siglo XIX fue el paseo de Puerta de Tierra (Covadonga). Fue diseñado en 1838, aparentemente por Manuel Sicardó. La falta de higiene dentro de la ciudad murada, el aumento de la población y las condiciones de hacinamiento, fomentaron la creación de nuevos elementos urbanos. Así, el paseo fue concebido como un área de recreo que contrastase con el austero diseño de la ciudad amurallada. Sin embargo, el plano pronto se convirtió en un eje que orientó el crecimiento urbano en Puerta de Tierra. En el año de su construcción un censo de la población enumeró a 168 personas que vivían en el sector: 156 personas libres y doce esclavos. El 61 por ciento era integrado por negros o mulatos. Sus ocupaciones estaban relacionadas con actividades urbanas de servicios, por lo que el área podía definirse ya en ese momento como una comunidad suburbana de trabajadores pobres. Comienza la marginación La
existencia de los barrios sanjuaneros se extiende desde
los siglos XVI al XIX. Los alrededores de la ciudad,
además de otras áreas, dentro de la ciudad misma,
estaban destinados a albergar a una serie de personas que
no conformaban el San Juan europeizante que para fines del
siglo XIX, pretendía desarrollar la elite criolla. Un
arquetipo tercermundista o altermundista de lo que era el
negro, el mulato o el pobre (Rodríguez Colón de
Gonzáles, 2008) habitaba estas áreas. Había una actitud
negativa de parte de la población pudiente y
españolizada, contra todo aquél que no alcanzara el
estrato social que se exigía para habitar la urbe de
aires modernistas. El deseo de la clase alta de que la
antigua ciudad se convirtiera en una tan hermosa como las
capitales europeas guió a su gobierno, entre otras muchas
acciones, a segregar la población, de tal forma que se
fue marginando a los menos afortunados, entre ellos a los
libertos, a los márgenes de la ciudad. Una serie de
barrios que se construyeron fuera de la ciudad, como
Cangrejos, Puerta de Tierra y La Marina, así como una
serie de barrios que ya se habían estado creando dentro
de los muros, aparecieron como producto de este esfuerzo.
(Vilma G. Pizarro) En 1851 se otorgaron permisos provisionales para edificar bajo estrictos reglamentos del gobierno militar. De acuerdo al plan defensivo, la Isleta quedó dividida por una línea imaginaria que corría de la Puerta de Santiago hasta el Puente San Antonio. El espacio al norte se destinó como campo de operaciones y ejercicios militares; y la porción cenagosa y con mangle del sur se dedicó a la urbanización como propiedad del estado. Los solares subastados en el área estaban sujetos a una servidumbre militar, que incluía la prohibición de abrir zanjas, hacer desmontes o terraplenes o llevar a cabo cualquier alteración al terreno sin el permiso de la autoridad militar
(de Hostos 1983) El derribo de las murallas El 18 de noviembre de 1867, menos de un mes después de la tormenta de San Narciso, un terrible terremoto
el 18
de noviembre de 1867 demolió
muchas casas en San Juan y en la isla. La inutilidad de
las fortificaciones fue tal que la eliminación de la
sección de Santiago probó su eficacia al servir como
vía de escape de los cientos de vecinos que corrieron por
salvar sus vidas. El Gobierno concedió exenciones de
impuestos para aliviar el sufrimiento de las familias. Se
organizaron entretenimientos públicos para levantar el
espíritu de la ciudadanía. La población había huido
fuera de la ciudad y acamparon en Puerta de Tierra.
Algunos decidieron quedarse a vivir allí. Según
Salvador Brau, el terremoto "trajo
consigo la fundación de Puerta de Tierra" (de Hostos
1990). El movimiento cobró impulso; la Intendencia, que se había anexado indebidamente la jurisdicción del ejido de la ciudad por razones de índole militar, hizo levantar un plano de urbanización y fijó precio a los solares, vendiéndose algunos en subasta pública. Desde entonces quedó la barriada sujeta a estricta servidumbre militar, reglamentándose cuidadosamente la altura de los edificios por el hecho de quedar éstos en el campo de fuego de las baterías del recinto este de la ciudad. Por esta razón las casas de Puerta de Tierra tuvieron una construcción y altura uniformes hasta fines del siglo XIX, techándoseles generalmente de teja- maní.
Ya para esas fechas el
hacinamiento poblacional intramuros era manifiesto y se
empezaba a urbanizar la Puntilla no solo para almacenes
sino para casas. Si bien la conyuntura del terremoto abrió
la oportunidad para aumentar la construcción, ésta, como
en toda la isleta, debió ser negociada con los militares
quienes tenían un control férreo sobre todos los
terrenos, ya que constituían las líneas de defensa por
tierra. La única construcción permitida eran los bohíos
debido a su condición de construcción perecedera y de fácil
desmontaje. Puerta de Tierra continuó desarollándose de forma desordenada a pesar de la polémica con los militares. Con plan de ensanche o sin él, para 1878 había más de 1500 personas viviendo en las cercanías del fuerte San Cristóbal y del Paseo de Covadonga. En 1879 sé inició un movimiento cívico entre los vecinos del que iba siendo populoso suburbio, sin duda inspirado por la importancia que iba tomando por efecto de la proyectada construcción del tranvía de Ubarri, que uniría San Juan con Río Piedras; pidieron al Ayuntamien to que se declarara camino vecinal el lado izquierdo (sur) del paseo de Puerta de Tierra, la nivelación de las calles y plazas, la construcción de una iglesia (la cual fue erigida en 1886) y un hospital, habilitado en el año siguiente. El 27 de abril de 1897 la reina María Cristina de España aprobó un plan para la expansión de San Juan, lo que hacía necesaria la demolición de ciertas muralla y fortificaciones. Esta aprobación fue acogida con tal entusiasmo entre todas las clases de la población que un gran número de jóvenes de la sociedad, hombres y mujeres, ofrecieron sus servicios voluntarios para trabajar sin paga en el proyecto de demolición. Las obras de demolición comenzaron en una atmósfera de fiesta el 28 de mayo de 1897, y parte de la prisión de San Juan fue la primera en ser derribada. El Gobernador, Gen. Sabas Marín Gonzalez y el alcalde de San Juan, Don José María Marxuach estuvieron presentes en el día declarado festivo. Este hecho, que desde el punto histórico resulta desafortunado, en su momento significó una celebrada victoria entre la ciudadanía sanjuanera. Ver fotos. Una sensación de libertad se apoderó de los sanjuaneros. Irónicamente, la inscripción de la desaparecida Puerta de Santiago que comprobaba el temor e inseguridad que prevaleció en San Juan durante tanto tiempo, y que leía: Nisi Dominus custodierit civitatem, frustra vigilat qui custodit, ( "Si el señor no custodia la ciudad, en vano la vigila quien la guarda"), era ya para finales del siglo XIX sólo un vago recuerdo que atentaba contra las nuevas ideas de progreso.
La parcelación La presión ciudadana luego del sismo llevó a retomar un proyecto de urbanización que había sido contemplado por el gobierno municipal desde 1865. En ese año se aprobó una resolución para urbanizar los terrenos de Puerta de Tierra. El desarrollo de San Juan dependía de la posibilidad de allegar mas terrenos para ampliar los puertos y el inventario de vivienda, instalaciones industriales, comerciales e institucionales más allá de La Puntilla. Una Orden Real de 1867 autorizó a Hacienda a alquilar o vender terrenos ubicados al sur de la Carretera Central. El estado vulneró los derechos de la Municipalidad al apoderarse y vender sus terrenos por el intendente Galván, en 1870, por ignorancia de los Centros Oficiales. En junio de1872 se realizó una subasta para la adjudicación en venta de solares pertenecientes al Estado, comprendidos en la segunda zona militar. La Intendencia, que se había anexado a la jurisdicción del ejido, hizo levantar un plano de urbanización y fijó los precios de los solares, vendiéndose algunos en subasta pública. La subasta de solares fue acaparada por comerciantes, supeditando toda posibilidad de intervención de los pobres a los designios del capital, excepto en los terrenos bajos del tremedal, como los del sur divididos posteriormente por la vía del tren, que por su calidad inferior no eran aptos para la construcción resistente. El Paseo de Covadonga En 1879 se inició un movimiento cívico entre los vecinos del que iba siendo populoso suburbio, sin duda inspirado por la importancia que iba tomando por efecto de la proyectada construcción del tranvía de Ubarri, que uniría San Juan con Río Piedras; pidieron al Ayuntamiento que se declarara camino vecinal el lado izquierdo (sur) del paseo de Puerta de Tierra, la nivelación de las calles y plazas, la construcción de una iglesia (la cual fue erigida en 1886) y un hospital, habilitado en el año siguiente. Para el 1886, luego de estudiar varios proyectos de embellecimiento para el sector e incluso con el permiso de las autoridades militares, se cedieron algunos predios para usos civiles ya oficialmente, se hizo un paseo adoquinado con tres pequeños redondeles que se llamó el Paseo de Nstra. Señora de Covadonga. Comienzan los muelles A medida que La Puntilla en el Viejo
San Juan fue saturándose, las propuestas para nuevos
muelles se trasladaron hacia el este en las márgenes del
Caño de San Antonio, en Puerta de Tierra. Ignacio Zamorano
propuso en 1851 el primer muelle privado para descargar
carbón en la boca del Caño de San Antonio. Se trata de un
muelle en forma de T sobre pilotes con almacenes que
terminaba en el Paseo de Puerta de Tierra. El Paseo
comenzaba a albergar múltiples usos. En 1875 se concedió permiso a Don
Antonio Portell para construir un varadero en la parte sur
de la barriada al borde de la bahía, o sea donde luego se
levantó el muelle de San Antonio de la San Juan Dock Co.
Muy cerca del paseo, Rafael Palacios, presidente de la
Empresa Puertorriqueña de vapores de cabotaje, propuso en
1882 construir un muelle de hierro y madera para el uso
exclusive de sus embarcaciones. No solo los empresarios
privados elaboraron planes de muelles. La Junta de Obras
del Puerto comenzó a preparar en 1894 bajo la dirección
del ingeniero Melquíades Cueto el plan de mejoras al
puerto más ambicioso hasta la fecha. El plan incluía el
dragado y relleno de terrenos en Puerta de Tierra,
construcción de tinglados y la instalación de grúas para
el desembarco de artillería pesada. Se extendían al Caño
de San Antonio los muelles y tinglados que harían de San
Juan un puerto regional de primera importancia en el
Caribe. Así Puerta de Tierra comenzó a adquirir un nuevo
rol estratégico en la modernización de la ciudad.(AGM,
5622.0).
A
medida que Puerta de Tierra se poblaba y los terrenos
escaseaban para la intensa gama de usos que requería el
ensanche de San Juan, el antiguo sistema vial apenas
podía soportar el tráfico. Primero el tranvía y luego
el tren de circunvalación constituyeron un intento de
envergadura para aliviar la insuficiencia vial. Ambos
atravesaban a Puerta de Tierra. Estas nuevas
infraestructuras cambiaron el panorama del barrio para
siempre. Entre otras modificaciones, al este de la Isleta
se añadieron nuevos puentes para el tranvía y el tren y
se reedificó el antiguo puente de San Antonio. Parroquia San Agustín En 1886 se erigió una pequeña iglesia de madera en el costado que da al Atlántico, para servir a los que habitaban en Puerta de Tierra. La capilla medía unos treinta pies por sesenta. Junto a ella estaría el sacerdote que vendría de la parroquia matriz, San Francisco, a atender a sus fieles. Luego de la petición de los habitantes del barrio, el rey autorizó al Sr. Obispo, Mons. Juan Antonio Puig y Monserrat, O. F. M. Cap. a erigir una nueva parroquia. Para el 1889 ya había unas 2,500 almas oficialmente contadas en dicho barrio. Su territorio cubriría desde la línea de la antigua muralla, estribación del Castillo de San Cristóbal al terraplén de la estación del ferrocarril, hasta el caño de San Antonio o los puentes Guillermo Esteves y Fernández Juncos; y a lo ancho, desde el litoral del Atlántico al norte, hasta el márgen de la bahía al sur. Los muchos asturianos que había en San Juan habían traído una imagen de su patrona, la Santina, la Vírgen de Covadonga y con el permiso del Sr. Obispo la habían colocado en la capillita ya desde 1886. Todos los 8 de septiembre acostumbraban a visitar los asturianos dicha parroquia para rendirle honor a su patrona. Por eso se la escogió como segunda patrona de la nueva parroquia. Ya antes del 1888 el antiguo camino que llevaba a la Puerta de Santiago se le llamaba de San Agustín y por eso fue escogido el Obispo de Hipona, San Agustín, como protector de la nueva comunidad cristiana. Otra presencia importante para la comunidad cristiana del barrio fue la mudanza de las Hermanas de los Ancianos Desamparados para un solar cercano a la capillita de San Agustín. Esto ocurrió el 14 de febrero de 1893. Corridas de toros Desde el siglo 16 se acostumbraba a lidiar toros en las fiestas reales, recibimientos de obispos y otras ocasiones de público regocijo. Eran, sin embargo, aquellas corridas simples novilladas en las que participaban los aficionados de la ciudad. Sólo en el siglo 19 encontramos alguna que otra mención de que se practicara el arte taurino por toreros profesionales. En el 1893 y en el sitio denominado El Abanico en Peña Parada, frente al Paseo de Puerta de Tierra, se construyó una modesta plaza de toros. Para inaugurarla trajéronse toros de Santiago de Cuba, cuidándose mientras tanto en los fosos del Castillo San Cristóbal. La afición a los toros no prosperó en Puerto Rico. Diluida la sangre española con la del taciturno indígena y del agobiado bozal dentro del apretado cerco de la colonia, cuyo ambiente moral hacía repugnar toda forma de violencia contra las personas y cuvo edénico ambiente físico quebraba las lanzas de la energía, necesariamente habían de inclinar al nativo hacia la benignidad y el amor a los placeres blandos. Por otro lado, como insinúa un comentarista del siglo 18 al describir una corrida en la plaza Mayor, los toros del país presentábanse en la arena humildes y obedientes, más inclinados a la "familiaridad" que a la fiereza. No más temibles parecieron los toros cubanos que se lidiaron en el 93. A las cuatro corridas hízose necesario clausurar la plaza, y, sentando un precedente único en el mundo hispánico, instalóse en ella un inofensivo carrousel. ("El Buscapié", San Juan, P. R., 28 de diciembre de 1893; San Juan Ciudad Murada/ Adolfo de Hostos). La calle San Agustín Para permitir la lotificación y los accesos a los nuevos solares se trazó una calle paralela al sur de la carretera central y para conectar ambas vías se trazaron varias calles perpendiculares. En 1888 la vecindad hace un pedido al ayuntamiento para que en honor al Santo Patrono San Agustín se le pusiera dicho nombre a la primera calle del barrio.(Sepúlveda) En 1896 se impone un arbitrio para construcción de aceras en Puerta de Tierra y la Marina. El terreno de la calle fue afirmado luego de haberse instalado el alcantarillado en el 1907 y en el 1908 se proveyó de alumbrado eléctrico. (Tesauro de datos históricos de Puerto Rico, Tomo IV Página 447). Escuelas elementales españolas Comienzan los arrabales Ya para el 1895 se habían trazado calles y muchos ranchones poblaban el sector. Mucha gente que trabajaba en el viejo San Juan tenía alojamiento mas barato en Puerta de Tierra. Hacia 1897 la ribera de Puerta de Tierra sobre la bahía fue considerablemente ensanchada, gracias a las obras del dragado del puerto, convirtiéndose en rectas, trozos de la accidentada orilla de manglares que fueron ganados al mar. Se construyó la Plaza de la Lealtad en el extremo del Paseo de Covadonga. Muchos bohíos fueron apareciendo y un sector, en el mangle al sur de la segunda línea de defensa, se empezó a llamar "Sal Si Puedes". Cuando la expropiación rural se intensificó en las primeras décadas del siglo 20 y la ciudad se convirtió en un imán para los desplazados, los mangles de Puerta de Tierra como el sector intramuros de La Perla, constituyeron los espacios inevitables de ocupación. Fue entonces que se generaron procesos de marginalización y criminalización que decretaron sobre el barrio el estigma del arrabal. El barrio fue devastado en el 1899 por el huracán San Ciriaco, de categoría 5. El más terrible que cuenta la historia. 3,369 personas perdieron la vida en todo Puerto Rico. Para el 1911 el Padre Juan Lynch, llegado de Mayagüez, aprovechó para visitar las familias y tomar un censo. El contó unas 13,000 personas. Mucha gente venía del campo para trabajar en los muelles de San Juan y para el enrollado del tabaco. Es difícil hablar de casas ya que algunos cuartuchos erigidos eran mas bien cajones. Y como casi todo el terreno útil le pertenecía a los militares, se construía en los manglares que rodeaban el sector. El hedor y la suciedad eran indescriptibles. La prostitución también se regaba por el barrio. De las crónicas de los padres redentoristas emerge la imagen de un barrio obrero que enfrentó unas condiciones de vida muy difíciles. Los padres y madres del barrio contemplaron como sus hijos nacían para enfrentar epidemias, enfermedades recurrentes y muertes prematuras. El analfabetismo, el hambre, la pobreza rampante y la marginación social emarcaban la vida de los residentes del barrio. Tanto Lynch como su sucesor el padre Hoff y los redentoristas dividieron sus iniciativas entre sus prédicas religiosas y sus esfuerzos por aliviar la difícil existencia de los habitantes de los sectores bajos de Puerta de Tierra. (Padres Redentoristas, Crónicas de la Parroquia de San Agustín en Puerta de Tierra). El cambio de régimen La firma del Tratado de París puso fin a la guerra que libraban Estados Unidos y España. El 18 de octubre de 1898, fecha señalada para la toma de posesión de San Juan, y muy de mañana, desembarcaron las compañías A, B, E, G, J, K, L y M del 11º regimiento de infantería y además su Plana Mayor y banda, todos al mando del coronel J. D. De Russy, quien después asumió las funciones de comandante militar de la plaza; esta fuerza, sin entrar en la población, siguió a Puerta de Tierra, alojándose en los cuartelillos conocidos con el nombre de barracones. (Crónica de la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico, Ángel Rivero Méndez) Entre 1898 y 1900 la isla estaría bajo un gobierno militar a cargo sucesivamente de John R. Brooke, Guy V. Henry y George W. Davis. Las Órdenes Generales emitidas a juicio de los militares serían los decretos que marcarían nuevas pautas de control político y administrativo. Con el cambio de régimen se disolvió la Diputación y el Parlamento Insular, instituciones distintivas del régimen hispano, y se emprendió una agresiva política de americanización. El nuevo gobierno se dio a la tarea de ampliar la educación pública instaurando el inglés como idioma oficial. Se registrarían cambios en las políticas de higiene dirigidas a mejorar las condiciones de salud de los puertorriqueños. (Crónica de la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico, Ángel Rivero Méndez) Barriada Miranda Para 1903, en una parcela suya al sur de la vía del ferrocarril, un promotor de apellido Gestera subdividió solares a lo largo de una calle. El emplazamiento originario de este proyecto fue trazado en el extremo de la propiedad más alejado de la vía y más cerca del manglar. Estos terrenos colindaban con los de Aniceto Miranda. Ambos territorios se fusionaron luego, formándose la Barriada Riera Miranda, un arrabal de grandes dimensiones. Primer edificio institucional Las iglesias protestantes Con el decreto de libertad de culto llegarían a la isla las iglesias históricas protestantes quebrando la hegemonía arraigada del catolicismo. En Puerta de Tierra se construyeron las iglesias protestantes Iglesia Metodista, Iglesia Bautista (1910) y la Iglesia Luterana (1916). Protestantismo, americanización y
modernización eran sinónimos, tanto para los misioneros
estadounidenses, como para la inmensa mayoría de sus
conversos puertorriqueños. Las acciones concertadas de las
distintas congregaciones procuraron participar en los
primeros esfuerzos de americanización, bajo la convicción
de que, así, la isla superaba los lastres del colonialismo
español. Según su ideología, se visualizaba a Estados
Unidos como una nación elegida y favorecida por Dios, muy
en sintonía con las ideas del Destino Manifiesto. La protestantización se definió
como una condición indispensable para la americanización
de los puertorriqueños, tanto por los misioneros como por
las autoridades metropolitanas (militares y políticas),
que la consideraron indispensable para afincar la
dominación de Estados Unidos en Puerto Rico. Éstas
depositaron su confianza en los misioneros (junto al
sistema de educación pública que comenzaron a expandir y
fortalecer) como agentes para la americanización de los
puertorriqueños. Los misioneros estadounidenses sembraron la semilla que germinó en el temprano desarrollo de un ministerio puertorriqueño, aunque moldeado de acuerdo a sus ideas e intereses; lo que no impidió que, gradualmente, el "establishment" protestante que contribuyeron a levantar en Puerto Rico, se fuera puertorriqueñizando, y que sus iglesias y sus ministros comenzaran hablar con voz propia. (Protestantismo y política en Puerto Rico 1898-1930. Samuel Silva Gotay) Durante el verano de 1912 la plaga bubónica azotó el barrio. La peste bubónica que mejor se manejó en el mundo fue en Puerto Rico. Las autoridades sanitarias la controlaron en 92 días: un récord mundial en 1912. El éxito fue atribuido a la nueva legislación sanitaria y a la pronta acción tomada por el Consejo de Salud, lo mismo que por todas las agencias federales, insulares y municipales. El Servicio Federal de Salud representó un papel clave en el control de la epidemia, y doctores de la Marina de los Estados Unidos fueron enviados a Puerto Rico para aconsejar y ayudar a las autoridades locales. El Padre John Lynch, de la iglesia católica, llegó a escribir un panfleto muy interesante sobre la necesidad de una buena educación católica. Durante el mes de marzo de 1913 con el apoyo de varios legisladores promovió una ley para proveerle a los Padres Redentoristas un terreno para construir una escuela en el barrio de Puerta de Tierra. El 26 de marzo de 1913 se pasó la ley que le transfirió un solar de 4,400 metros a los Redentoristas con tal de que construyeran una escuela industrial y la operaran por un mínimo de 15 años sin cobrar nada a los niños que a ella asistieran. El 23 de abril de 1913 el Superior provincial le comunicó a las comunidades redentoristas que se aceptaba la Parroquia de San Agustín como un acto de reparación y para el mayor provecho espiritual de la provincia
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